martes, 28 de mayo de 2013

RUISEÑOR COMÚN (Luscinia megarhynchos)


UN EXTRAORDINARIO CANTOR

 Una de las aves más escurridizas con la que me he enfrentado es el Ruiseñor 
 (Luscinia megarhynchos)
 Intentar obtener algunas imágenes con las que pudiera mostraos este pequeño pájaro paseriforme migratorio, de discreta librea, pero de singular y potente canto, me ha resultado muy costoso, a pesar de que le he dedicado muchas horas en diversas ocasiones. Siempre había fracasado por descubrirlo entre la vegetación donde acostumbra a estar.
   Lo escuchas ante ti, pero no eres capaz de verlo limpiamente, siempre se interpone alguna ramita que desgracia cualquier toma y casi siempre en penumbra.
   Pero si esto fuera poco, su menudo tamaño hacen que necesite estar muy cerca de él, para que la toma sea aceptable.
   Fracaso tras fracaso y los años se han pasado sin conseguir mi objetivo, una foto aceptable.
   Esta primavera, mientras esperaba que acudiera a una higuera otra ave de especial canto, aun que no tan modulado como los del ruiseñor, de hermosísima librea, y cuando llevaba un buen rato, nervioso por mi evidente fracaso con esta dorada ave, escucho en la frondosa higuera esos cantos deliciosos, inconfundibles, que inundaron  todo aquel vallejo. Eran los del Ruiseñor, mi especie pendiente.
 --  ¡Caramba! ¿Tendré esta vez la suerte de poderlo descubrir? Uhm……
  Mis ojos escudriñaban por la mirilla de mi improvisado hide, montado con algunas telas de camuflaje que siempre llevo junto con el equipo, sujetas a unas ramas de un árbol.

   Los maravillosos trinos relajaban mi mente aliviándome de incipiente enfado, pero también me intrigaban, ya que lo tenía muy cerca, pero me era imposible descubrirlo, como siempre.
   En uno de sus pausas, entró en el vallejo un Cuco que no dejaba de lanzar su poderoso reclamo desde los pinos, salvados milagrosamente del desastroso incendio de este pasado verano.
   Este sí que lo veía, aunque cubierto parcialmente por las ramas y algo lejos para mi óptica.
   Saque una foto y seguí sus movimientos con la esperanza que se posara sobre la higuera, pero una hora después se cambió a otro vallejo más lejos, de donde sus reclamos me llegaban ahora mucho mas suaves.
   Mientras tanto, el ruiseñor, parecía tener gran querencia por la higuera, pues aunque en algún momento se escuchaba algo alejado en otro rincón del vallejo, pronto repetía sus trinos ante mí. Pero nada.
   Debía de tener algo más de paciencia y mis ojos seguían escudriñando la fronda, sus sombras , las ramitas soleadas y nada de nada, pero estaba ante mí.
    Al menos estaba disfrutando de este espectáculo musical. Hermosísimo canto lleno de numerosas modulaciones con tonos muy diversos, algunos de ellos tan bajos que solo podía escucharlos desde este lugar tan privilegiado, en primera fila.
   No hacía nada de viento y las hojas de la higuera estaban quietas. Mis ojos debían descubrir algo que se moviera, aun que fuera muy poco.
--  ¡¡Ya te tengo!!
   Al fin lo había encontrado. En la sombra, tras una hoja pude ver solo su cabeza y su pico que se abría y cerrada más o menos según el tono que emitía aquel discretísimo pajarillo.
   Ahora debía de estar atento a sus cambios de lugar y cruzar los dedos para que se situara en un punto más visible.
   Pasaron los minutos y…. de pronto cambió de posadero, esta vez le veía casi todo su cuerpo excepto su cola tapado por la “jodía ramita”.
   Estaba en la penumbra, pero mi objetivo daba suficiente luz a la cámara sin necesidad de subir excesivamente la sensibilidad.
-- Salta, salta de una vez y ponte un poco más a delante, más a la vista. Le decía por lo bajito, esperando que no me oyera pero que me hiciera caso ¡ Jo jo!
   Y de pronto, como si atendiera mi deseo, cambió de ramita y se puso espectacularmente en pose, con excelente luz, sin dejar de cantar.
   La cámara lanzaba ráfagas con intención de pillar sus diversas posturas de su pico y garganta mientra modulaba su amplio y magistral repertorio.
   Una vez asegurada la foto, cambiaba a vídeo de alta definición, grabando de esta forma también su sonido.
 --  ¡¡Fabuloso!! Dos de un tiro.
  
En un descanso de su reclamo, cambia de lugar, pero esta vez para alimentarse con un insecto que terminaba de descubrir entre la vegetación del suelo.
   Ya no lo veía ni escuchaba, así que aproveché para revisar las fotos.
-- ¡¡Ya lo tengo!!
--  ¡¡Por fin lo tengo!!
   -- Y el vídeo seguro que ha salido correctamente. Pensé.
   Cambié de postura en mi cómoda silla de tela plegable  y nuevamente me aproximé a los orificios de mi pañuelo de camuflaje para descubrirlo, con la esperanza de repetir aquellos lances fotográficos.
   No pasaron muchos minutos, cuando de nuevo, el ave continuó su repertorio en un nuevo posadero y este aún mejor para mis ansiadas fotos.
   La cámara echaba humo. No podía desperdiciar esta ansiada oportunidad que ahora se me brindaba, casi insultante, ante mis ojos.
   Estaba disfrutando como nunca, pues ahora contaba con un excelente equipo que me captaba imágenes muy aceptables.
-- ¡Ya era hora!
   Así repetí las escenas unas cuatro veces, como jamás pude hacer en tantos años de intentos frustrados.
   Regresé contento con mi suerte y mi trabajo, con muchas ganas de estudiarlas en la pantalla del ordenador, que me desvelaría la verdad de mi reportaje.




   Fotografías y vídeo del autor.



Manolo Ambou Terradez





5 comentarios:

  1. Un placer para el oído. Muy buena filmación.Pepe

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  2. Muy bien Manolo, la paciencia y la tenacidad consiguen los logros deseados.

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  3. Una gozada. Enhorabuena Manolo por tu añorado logro.

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  4. Muchas gracias otra vez por deleitarnos, Me imagino la sensación que debiste sentir al obtener estas imágenes y dulces cantos. Un abrazo. Federico.

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  5. Exquisito reportaje Manolo, grácias por compartir y a seguir así.

    Saludos

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