miércoles, 2 de octubre de 2013

EL COLOR DE LAS AGUAS DE LOS GLACIARES



     
NI SON AZUL NI TAMPOCO TRASPARENTE

   Siempre que contemplamos por primera vez los lagos al pié de glaciares, quedamos algo sorprendidos al ver sus aguas enturbiadas. Parece que la pureza de la nieve y los hielos, debían de aportar aguas más limpias, más trasparentes, pero nos olvidamos del extraordinario movimiento geológico que allí está sucediendo. Esa lucha encarnizada del agua, en cualquier estado, que siempre sale vencedora con la roca más dura de nuestra corteza terrestre.

   El glaciar, aparentemente inmóvil, va arrastrándose lentamente sobre la roca y la araña con el comprimido hielo y su enorme peso, mientras la pule en su inapreciable carrera pendiente a bajo.
Esa poderosísima acción crea una lechada que dará un color muy particular a los lagos que reciban sus aguas.
 

    Posiblemente, uno de los más famosos, donde se aprecia y luce mejor esa original tonalidad nos lo da el lago Peyton, situado en el Parque Nacional Banff, en medio de las Montañas Rocosas Canadienses. 

 
   Tiene una tonalidad verdosa-azulada y la adquiere por las micropartículas de la roca que pulió el irresistible hielo procedente de la cordillera Waputik “Cabra blanca” según los indios nakoda.

  
   El conjunto de este lago con las montañas y sus bosques crean un paraje fantástico de gran hermosura, irresistible ante cualquier cámara fotográfica.
   
   
   Su mayor belleza se produce cuando el agua, sin viento, queda calmada, con una tonalidad uniforme, sin relieve.
 
Desde el pico Athabasca  desciende su grandioso glaciar.
(Parque Nacional Jasper en las Montañas Rocosas)
   
   Muchos de los glaciares, convierten sus hielos en ríos bravucones. Sus frías aguas bajan por los valles, en sus inicios tallado antes por el hielo y ahora fluviales, hacia tierras inferiores camino del mar, si antes no han sido engullidas por  lagos o las sedientas arenas de algún desierto.
   
   
El glaciar Pía recoge y transporta con sus dos brazos los hielos del Monte Derwing, para posarlos en el fiordo.
(Patagonia Chilena)



   Otros, descienden encarrilados a los fiordos, escavados por los hielos de los antiguos glaciarismos  en su época de esplendor. 
 
Los inmensos glaciares de Groenlandia vierten sus hielos al mar.

    La mayoría caerán directamente al mar, como en el Ártico y en la Antártida, con enormes roturas de sus grandísimas paredes, para flotar por las aguas australes en aquellos mares a merced de los vientos, como auténticos fantasmas, terror de los marinos. 
   
El espectacular glaciar Perito Moreno
 cae sobre el lago Argentino.
    Hay glaciares que desembocan en los lagos y rompen con enormes témpanos al quedar separado sus hielos del fondo y otros que lo hacen con trozos más modestos, por entrar en sus aguas deslizándose por el fondo.
    
El Perito Moreno rompe con moderados trozos de hielo.

   
   Ambos ejemplos podemos contemplarlos en la Patagonia Argentina, cayendo espectacularmente en las aguas del Lago Argentino: el Upsala y el Perito Moreno.

Forma de rotura en el glaciar Upsala

Forma de rotura en el glaciar Perito Moreno.



En las aguas turquesas del lago Grey dos enormes iceberg
 navegan bajo las Torres del Paine (Chile).

 

   Junto a las Torres del Paine en Chile, al igual que en el lago Argentino, los hielos navegan por las aguas  coloreadas como fantasmagóricos veleros.

Fotografías y dibujos realizadas por el autor.

Manolo Ambou Terrádez

4 comentarios:

  1. Pues la mía no es sana! Es de la verde y que corroe!
    Gracias por tus artículos :-)

    ResponderEliminar
  2. Buen artículo Manolo.
    A ver si nos vemos pronto en algún hide de Naturhide.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Manolo, interesante artículo como siempre nos tienes acostumbrados y que nos enriquece a todos los que te seguimos. Un abrazo.

    ResponderEliminar