jueves, 31 de octubre de 2013

PINGUINOS DE MAGALLANES


EL PÁJARO BOBO
(Spheniscus magellanicus)


  Al regresar de la  "La Patagonia”, el territorio más austral de América, tuve la gran idea de hacer escala en Puerto Madryn (Argentina) para visitar la Península Valdés y disfrutar de un encuentro cara a cara más sosegado con los pingüinos que el que tuve durante mi navegación por el estrecho de Magallanes; fue un acierto.
   Su costa alberga una de las colonias más interesantes de este pingüino del Sur,  así que pronto visitamos la Caleta Valdés que acoge a una enorme colonia de pingüinos.
   Estas aves se citan anualmente para su reproducción en los apostaderos donde excavan pequeñas cuevas para realizar las puestas.
  Durante la expedición de Fernando de Magallanes, Antonio Pigafetta describió por primera vez a estas extrañas aves incapaces de volar, que se movían por tierra de forma torpe.
 
Costa de la Caleta Valdés


   Aquí, en la Caleta Valdés, en sus orillas, en esta colonia, procrean todos los años  unos 140.000  pingüinos de Magallanes.
    Son de mediano tamaño, de unos 35 a 45 cm de alzada y unos 3 Kg. de peso. Esta especie de pájaro bobo tiene la costumbre de excavar pequeñas cuevas en el suelo para mayor protección en su incubación y cuidado de las crías.


   En esta zona de nidificación había un trajín continuo de torpes pero elegantes paseantes.  Unos se dirigían al mar y otros regresaban a sus nidos para relevar a su pareja en la incubación de los huevos  durante 42 días, o para la alimentación y protección de los recién nacidos, pues ya habían comenzado las primeras eclosiones.
 
Cientos de de pingüinos protegidos en sus excavaciones incuban.
 Constantes graznidos se escuchaban en la zona. Parecían rebuznos. Con estos sonidos se buscaban, se saludaban, se retaban los competidores.
   Algunos se habían protegido doblemente excavando sus nidos bajo las raíces de centenarios arbustos de esa costa maltratada por los constantes vientos.
 
   Eran muy confiados y en algunas  ocasiones me permitieron acercar  como pocos animales salvajes lo permiten. De todas formas estuvimos en guardia, pues debíamos respetar su poderoso pico y especialmente los golpes con sus aletas, capaces de rompernos con enorme facilidad cualquier hueso de nuestras extremidades.
 
    Estar entre ellos con esta proximidad es algo sorprendente para cualquiera que acostumbra a observar la fauna, casi siempre a distancia o escondido desde los hides. Fue un auténtico placer.
 

    En la playa de canto rodado, un grupo esperaba la ola apropiada para entrar en el mar y otros salían con ella en sorprendente aparición, siempre controlando cualquier enemigo que los acechara desde el mar.
   
Una ligera cama alberga en la excavación a la puesta.
   Cuando terminen de criar, continuarán atendiendo los pichones durante unos 100 días más y en esa época cambiarán a la vez todas sus plumas y entonces estarán preparados para volver a pasar su vida en  las aguas del océano, subiendo hasta las costas de Brasil.
 
Se inician los primeros nacimientos.

 En medio de la colonia una pareja de investigadores estadounidenses hacen un exhaustivo trabajo, controlando los nacimientos e intentando averiguar las causas de nidificaciones fallidas, anillando pollos y censando la colonia.
SE le llama Pájaro bobo por sus andares pero en el agua se convierte en un excepcional nadador.


LOS PINGÜINOS

   18 especies  de esfenicidos forman este grupo de aves, que perdieron en época muy lejana su más preciada facultad, la de volar.
   La evolución ha trasformado a esta ave, de gran parecido, con los araos ("pingüinos" del hemisferio Norte), con más depredadores que en el Sur , en unos especialistas en “volar” pero ahora por el agua.
 
    Parece no haberles importado perder esa cualidad para zafarse de los depredadores terrestres, invirtiendo toda su evolución en su extraordinaria y eficaz forma de vida en las aguas de los océanos australes. Así que  prácticamente solo saldrán a tierra firme o al hielo firme, según la especie, para reproducirse, en momentos tan importantes como para la anual muda de sus importantísimas  plumas y en algunos ocasiones en los descansaderos.


   Así que aquel diseño de ave voladora marina, necesitó de unas modificaciones para adaptarse más eficazmente al medio ahora elegido, convirtiéndolos en extraordinarios especialistas, en las aves más eficaces para evolucionar bajo el agua. Fue una elección que debió decidirse en una época anterior a los 36 millones de años, según nos cuentan los fósiles.

 Sus cuerpos se han compactado, han adquirido con ello mayor densidad corporal, y han anulado sus sacos aéreos, sus huesos ya no requieren ligereza para poder volar, ahora los necesitan densos y fuertes para poder bucear y soportar los poderosos músculos que les permiten bracear con enorme energía en sus vuelos submarino que alcanzarán los 50 kilómetros por hora, o saltar en superficie  como hacen los delfines.

 La forma hidrodinámica de su cuerpo lo convierte en un auténtico proyectil, ha reducido su cuello, aproximándo la cabeza al tórax y dejando sus patas en el extremo opuesto que solo utilizará como timón en sus raudos y repentinos cambios de dirección, lo que las hace fuera del agua de torpe andar. Aquellas alas se han convertido ahora en poderosas aletas.

   ¿Y las plumas? Esto si que es importante. 
   Ahora las plumas se han hecho muy cortas, rígidas y estrechas, con apariencia de escamas, pero con una densidad enorme, llegando a poblar su piel hasta una docena de ellas por centímetro cuadrado, sin dejar de cubrir ninguna zona del cuerpo, salvo sus patas.
   Como muchas otras aves, también poseen la glándula uropígea que segrega un aceite con el que engrasan sus plumas, consiguiendo con ello impermeabilidad y mayor deslizamiento en el agua.
   Este plumaje es casi el responsable de resguardarlo del frío, especialmente por su capacidad de retener bajo de ellas aire, pero la grasa acumulada bajo de la piel, salvo en las alas y las patas, terminaran de aislar muy eficazmente a estas aves de las extremas temperaturas que algunas especien deben de soportar, especialmente las que han decidido adaptarse más al Sur como el pingüino Emperador y el de Adelia.

   ¿Pero qué ocurre con sus aletas y patas que no disponen de esa abrigo de grasa?
   Pues lo han solucionado al independizar la temperatura de estos miembros de la del resto de su cuerpo con una preferencia en su distribución de sus vasos sanguíneos: la arterial más caliente y la venosa de regreso al corazón.
   Si nos fijamos en las diversas especies, advertiremos que sus colores son obscuros por la espalda y blancos por la parte inferior. Esto tiene un motivo importantísimo.
   Es una forma de pasar desapercibidos cuando los depredadores dirigen su mirada hacia el fondo, al confundir el color de su espalda con la obscuridad de las prefundas aguas y si el depredador dirige su mirada hacia arriba, sus torsos blancos se perderán  con la blancura de la superficie.
   La alimentación varía según las especies, pero está basada en torno a crustáceos, peces y calamares, que llegan a capturarlos a extraordinarias profundidades, superando los 100 metros durante sus largas apneas de hasta 20 minutos.
 
    Son pocos los depredadores terrestres que les alcanzan: el zorro  colorado, el zorrino, el armadillo o en algunos casos las ratas.    Durante su nidificación, les agreden sistemáticamente algunas gaviotas como la parda, la austral y la paloma antártica. Estos enemigos depredan más en los huevos o pollos desamparados.
  Pero el enemigo para los adultos se encuentra en el mar: Tiburones, orcas, lobos marinos, la foca leopardo e incluso el petrel gigante.
 
Respetando las limitaciones del parque, hay ocasiones para observarlos de cerca. El autor.
    El hombre fue asta bien entrado el siglo XX un gran depredador capturándolos para la extracción de su grasa e incluso para utilizarlos como combustible en los barcos a vapor.
   Hoy día, esta singular ave, este pájaro bobo, ha quedado como fauna protegida. Creo que ha sido un acierto.

Fotografías del autor.

Manolo Ambou Terrádez

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