miércoles, 25 de marzo de 2015

BUITRES EUROPEOS (LOS CUATRO)

LOS CUATRO LIMPIADORES

   En mis andanzas por los Pirineos siempre me ha llamado la atención el vuelo de los buitres. Esos veleros de plumas que surcan el cielo con trazos en círculo al colgarse de las térmicas, o con desplazamientos rectilíneos, a gran velocidad, sin aleteo alguno.
   Tres de ellos son enormes, aunque no lo parezcan, cuando los vemos volar en lo alto a causa de la distancia, que siempre nos resulta difícil de calcular, si aun no somos expertos.
    En algunos casos, cuando vuelan en solitario o en pareja, podríamos confundirlos con el águila real, de planeos semejantes, pero estas, al no ser gregarias, solo se las puede ver solas o en pareja.
  
Buitre común (Gyps fulvus) Envergadura 255 - 280 cm.
  Los hay muy grandes y más pequeños, pero todos marcan unas siluetas muy particulares que los definen en el cielo.
   Con el primer golpe de vista apreciamos que los buitres común y negro tienen la terminación de la cola casi recta, mas bien corta al compararla con la del águila real, y tanto el quebrantahuesos como el alimoche tienen un final, durante el planeo relajado,  en "V", aun que durante ciertas maniobras pueden dejarlo completamente redondo.
 
Buitre negro (Aegypius monachus) Envergadura 250 - 295 cm.
 Alas muy cuadradas y pequeña cola.
 Los buitres, como la mayoría sabe, son especialmente carroñeros y su técnica en buscar su alimento muy particular.
   Unos a otros se vigilan, y aunque estén distribuidos a enormes distancias, es frecuente verlos reunidos a todos, cuando alguno descubre el cadáver.
   Hay una cualidad errónea que se le da a estas rapaces, y es que descubres los cadáveres con su olfato, como lo hacen en el mar los tiburones; no es cierto. Los buitres europeos, no tienen desarrollado el olfato como para localizar cadáveres, los descubren por su excepcional vista.
  
El buitre negro (El más grande en el Continente Europeo)
En muchas ocasiones, cuando descansaba tumbado en el césped mirando al cielo, tras haber regresado de alguna ascensión o escalada, en los alrededores del refugio de Goriz, sobre el Valle de Ordesa, en el Pirineo Aragonés, me llamaba la atención que en ciertas ocasiones y de súbito, aparecían numerosos puntitos sobre mí, aumentando por momento su tamaño, mientras se dirigían radialmente a un centro determinado, muy cerca de mí.
  
Los buitres, poco antes dispersos, acuden veloces al festín.
   Eran buitres, buitres comunes, que cada vez se les podía apreciar un poco mas su clásica silueta. Ya, más cerca, descolgaban su tren de aterrizaje; era impresionante observar aquella reunión. Minutos antes no podía apreciar nada en ese cielo azul tan puro, y en unos momentos se había llenado de vida, de vida y muerte, pues la buscaban por los prados del Noreste del Tobacor, por donde habían pastado los enormes ganados de merinas solo algunas horas antes.
- Siempre hay alguna que se despeña. ¡Parecen tontas! – Me contaba enfadado algún pastor.
  
...descolgaban su tren de aterrizaje
   Los buitres tienen un protocolo para localizar los cadáveres, lo mismo que para devorarlos. Es una cadena de acciones perfectamente ordenada.
   Ante un cadáver, los primeros seres vivos en llegar son las moscas, y si nos fijamos, algunas con colores metálicos muy llamativos, que también tienen su misión; atraer a los córvidos, que les abrirán el cadáver por algunos pequeños puntos, por donde estos insectos se alimentarán mejor e instalaran apresuradamente sus larvas, que se desarrollan con enorme velocidad, esperando, que con suerte, dure el cadáver algunos días, antes que lo descubran los buitres y lo hagan desaparecer por completo.

   Los córvidos,  con sus revuelos, reflejos y contrastes de colores, como la urraca  (blanca y negra)  llaman la atención a los vigilantes en las alturas, los buitres.
Hasta ahora, los córvidos, solo han podido atacar en zonas blandas como los ojos, lengua y poco más.
  
Buitre común llegando al festín.
 Ha llegado la alarma a las alturas. Un buitre desciende bruscamente al lugar donde se encuentra el festín, provocando que todos los demás vean su acción y se trasmita como las fichas de un dominó, alcanzando la atención a individuos que se encontraban a muchas decenas de kilómetros.
   Pero el cadáver, su carcasa, aún puede estar muy resistente a los picos de los buitres comunes (Gyps fulvus), especialmente si es de un gran animal y para ello se necesita uno más poderoso y especializado, el del más grande y fuerte, el buitre negro (Aegypius monachus)
  
  
Pronto abrirá el cadáver y al poco de tomar su ración, y de inmediato, se lanzarán en tropel los buitres comunes, que hasta ahora habían respetado la jerarquía. Hambrientos, introducen sus pelados cuellos buscando las blandas entrañas, en fiera disputa.  Solo se detendrá el festín si aparece allí el águila real. Todos los buitres se retirarán ante ella, a pesar que tiene menor tamaño; es la real.
   En pocos minutos, la carcasa del cadáver, sea cordero, equino, vacuno, sarrio, jabalí etc. , se verá reducida por momentos.
  
Ahora serán relevados por los alimoches y quebrantahuesos.
    Ahora solo queda parte del pellejo y los huesos que aún conservan pegados algunos tendones y pequeños trocitos de carne, que los enormes picos de los buitres negros y comunes no son capaces de pillar.
    Para eso han esperado los alimoches (Neophron percnopterus) mucho más pequeños, con pico largo y fino, muy especializado para arrancar estos pingajos, como ahora lo intentan también los córvidos.
  
BUITRE NEGRO       BUITRE COMÚN      QUEBRANTAHUESOS     ALIMOCHE

   Pero hay alguien más entre esta enorme agrupación de carroñeros que espera paciente; el último de la cadena trófica, el especialista en lo que ningún otro puede aprovechar todos esos huesos pelados, el quebrantahuesos ( Gypaetus barbatus).
  
El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus): el último de la cadena.
  Estas magníficas y bellas aves se contentan con los huesos pequeños y medianos que engullirán sin remilgos ante nuestro asombro. Los más grandes, que no pueden tragar,  se los llevará sujetos con el pico o las garras en vuelo hasta los rompederos, para estrellarlos desde buena altura contra las piedras.
   Mientras se elevan calculan las corrientes de aire, y con enorme habilidad, acierta a estamparlos sobre las piedras elegidas, como si fuera un auténtico bombardero.
   Una vez estallado o desmembrado el hueso, tragará los trozos con avidez, aprovechando también su apreciado tuétano. Su organismo lo digiere todo.
.....se los llevará sujetos con el pico.....
   Ya no queda prácticamente casi ningún resto del cadáver, solo algo de pelo, parte del cráneo, si este es de un gran animal, lana y poco más. Pero hasta la lana se la llevarán los alimoches para confortar su nido. Estos animales se “inventaron” para ello, para que desapareciera todo, incluso alguna enfermedad si la hubo. Su poderosísima digestión acabará con todo. Son los grandes limpiadores de la naturaleza.

   Durante la primavera, en la alta montaña, podemos descubrir a los quebrantahuesos en vuelo rasante, en su rastreo por las laderas, buscando los cadáveres de algún sarrio o cabra hispánica, sorprendida por los frecuentes y peligrosos aludes de nieve.

   Estas cuatro especies de Falconiformes se pueden encontrar a la vez en el mismo territorio que albergue grandes roquedos y arbolado, como ocurre en el pre-pirineo. Tres de ellos se instalan y anidan en los taludes, menos el buitre negro que lo hace sobre los árboles, donde confecciona grandísimos y confortables nidos.

   A finales de otoño podemos ver volar emparejados a las tres grandes especies de buitres. Vuelan en paralelo muy juntos y realizan acrobáticas maniobras, a pesar de su gran tamaño. Pondrán un solo huevo. Son el grupo de las aves más tempraneras para las puestas, que puede iniciarse en diciembre, al empezar el invierno.
Quebrantahuesos en vuelo emparejado.
Envergadura 245 - 272 cm.
    El quebrantahuesos, esta bigotuda especie, ha permanecido en los cortados donde descansa, se refugia y anida, a pesar de la dura climatología. El buitre común suele elegir roquedos en niveles inferiores, algo más templados. Pero los buitres negros preferirán las zonas arbóreas a menor altura.
    Los alimoches, que pasaron el otoño e invierno en el África transahariana, comienzan a llegar a la Península Ibérica en marzo, tras cruzar el Estrecho de Gibraltar, para buscar sus roqueros predilectos en niveles templados, e iniciar, sin pérdida de tiempo, los arreglos del nido y las cópulas. Estos pequeños buitres, a diferencia de los demás, pondrán dos huevos, pero su tendencia será en sacar adelante un solo pollo, salvo que la obtención de alimento sea muy abundante.

  
El alimoche espera su turno. (Neophron percnopterus
   La Península Ibérica fue uno de los lugares europeos con más concentración de buitres, pero la mecanización del campo provocó la desaparición de las entonces abundantes caballerías y con ello una falta de alimento seguro, provocando una regresión de estas aves.
   También se han diezmado notablemente, con la utilización de alimento envenenado para el control de depredadores en los cotos de caza, y a través de sus cadáveres este veneno llega así hasta los carroñeros.
  
El aspecto del alimoche es muy particular y pronto lo distinguiremos de los demás buitres.
Envergadura 158 - 163 cm.
Hoy día, y tras un control más eficaz a los robos para los coleccionistas de huevos y especialmente a la anulación de la absurda normativa europea para el control e incineración de los cadáveres procedentes de las granjas, comienza una recuperación de estos Falconiformes.

   Ahora, nuevamente, podemos admirar a estos veleros en el cielo, volando sobre nuestras montañas, en los terrenos abiertos, en nuestro bosque mediterráneo, enriqueciendo la extraordinaria fauna ibérica con su importante función de limpieza.

-  Buitres: os necesitamos y os queremos. Muchas gracias.

Fotografías del autor.

4 comentarios:

  1. Muy bonito Manolo.
    Instructivo y motivador.
    Sigue así.
    Federico Gran.

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  2. Manolo felicidades eres el mejor sique asi. Angel Tirres.

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  3. ¡ ...la VIDA, que conecta todo con todo ...! Así que a cuidarse y a cuidar

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  4. Gracias Manolo por acercarnos una vez más a la naturaleza que nos rodea y que nos pasa desapercibida tantas veces.

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