martes, 27 de julio de 2021

ABUBILLA (Upupa epops epops)


UNA MARIPOSA 

CON PLUMAS

En 1954, quien relata esta historia tenía solo nueve años cuando avistó por primera vez un ave que no se parecía a ninguna otra que hubiera visto hasta ese momento. 


En aquellos tiempos de posguerra, los libros especializados en fauna eran escasos. Pero aquel muchacho tuvo una educación ornitológica muy especial: su abuelo, cazador y gran experto en este campo, fue enseñando a su primer nieto todos sus conocimientos, los cuales eran absorbidos por el zagal con extraordinaria avidez.


El niño Manuel con su abuelo vivaqueando en la noche para  contemplar el cielo del verano.

Como nieto de cazador le habían regalado un rifle de aire comprimido. Aunque era muy sencillo, el joven cazador hacía verdaderos estragos contra las aves de aquel pueblecito conquense llamado Mira, pero de forma muy selectiva, siguiendo los consejos de los huertanos, que sufrían los ataques de algunas especies muy abundantes, como gorriones y estorninos. 


Manuel durante sus vacaciones en Mira, con su inseparable rifle y caña de pescar.

La poca potencia del arma le obligaba a acercarse mucho a sus presuntas presas, lo que favoreció la observación acerca de sus hábitos y costumbres. Este ejercicio lo preparó enormemente para sus futuros estudios de campo en la fotografía de la fauna. Aprendió a saber estar.

* * * * *


Abubilla ante la ocupación de un orificio para su nidificación.

Ya terminaba el verano, cuando durante una cálida tarde, el chiquillo descubrió un ave extraordinaria, de mediano tamaño y de singular belleza, especialmente por su original forma.

Volaba como una mariposa, con movimientos ondulantes, con alas redondeadas con rayas blancas pintadas sobre un fondo negro. Caminaba por el suelo con sus patas más bien cortas, se confundía con el terreno por su tono pardo e introducía su largo pico curvado de forma incansable en los orificios del sustrato. Cuando atrapaba algún invertebrado, se le erizaban las plumas de la cabeza en forma de abanico. El muchacho quedó asombrado: parecía un ave tropical.


La abubilla, incansable, andaba buscando los invertebrados bajo la tierra. 

Una y otra vez, conforme se acercaba aquel joven cazador, cambiaba de sitio con su vistoso vuelo, dejando entremedio un centenar de metros. El muchacho, incansable, la siguió durante cuatro horas por unos viñedos, como un empecinado depredador, hasta que consiguió acortar la distancia para el alcance de su limitada arma.


Aquella ave no paraba nunca con sus febriles movimientos. La distancia era muy larga, lo que obligó al cazador a apuntarle un palmo por encima y disparó. Cayó fulminada. Emocionado, llegó hasta la desgraciada ave, que aún boqueaba y sacaba una larga lengua que le llamó la atención, pues terminaba en forma de flecha. Le había dado en el corazón.

Con el cadáver en la mano, satisfecho y orgulloso, corrió hasta el molino de su abuelo para enseñarle la captura de tan singular animal.

—¡Caramba! —dijo asombrado el gran cazador.

—Es una palput, no se suelen ver por estas tierras. ¡Qué pena! —comentó el molinero.

—Sí, abuelo, es una lástima que la haya cazado, pero tenía que enseñártela. No la había visto nunca —dijo compungido el zagal.

—En Valencia son corrientes —le aseguró el abuelo.


* * * * * * * * * * * *



Y así, de esta desagradable forma conocí esta hermosísima ave de nombre onomatopéyico con que se la denomina en diversos lugares de la península donde habita: upupa epops epops, como nombre científico, y, como comunes, palpul, purput, gurgut, burbuit, que son reflejo de su canto monotónico y repetitivo: ub-ub-ub, ub-ub-ub, ub-ub-ub.


Es de la familia de los Upúpidos, de orden coraciforme, que normalmente se encuentra al sur del paralelo 55º Norte en Europa, faltando en las islas británicas.


Yo, particularmente, la integro como una de nuestras aves “coraliformes”. Las llamo así por sus destacados forma y color, que imitan a los exóticos peces de las barreras de coral. ¡Jo, jo! La Carraca, el Martín pescador o el Abejaruco son del mismo orden y añado, por su color, a la Oropéndola, que es otra joya de nuestra fauna.


Es un ave estival que hasta hace pocos años pasaba los inviernos en África, pero debido al cambio climático encuentra comida y ya no emigra.


Cada diez minutos, uno de los padres, cebarán a los insaciables pollos.

Su aspecto pardo se rompe al volar, cuando luce sus alas redondeadas, negras, rayadas por manchas blancas. De pico muy largo y algo curvado. Captura las presas escondidas en los orificios que otras aves no pueden alcanzar gracias a su lengua ganchuda en forma de flecha. Su cresta, formada por 28 plumas pardas con puntas negras, caen hacia atrás y las recoge y/o despliega cuando se excita o se sorprende.


La relación entre macho y hembra es permanente tras la primera cría. De costumbres trogloditas, anida por ello en cavidades diversas: en árboles, muros, bajo las tejas, etc. Tampoco desprecia la vecindad con el hombre.


Los orificios de nidificación, aprovechados de los de otras aves, los limpian totalmente para poner su puesta, que suele ser de 3 a 5 huevos ovalados blancos mate, que se oscurecen algo con el tiempo, de 18 x 25 mm y 4,5 g, con una incubación de 18-19 días y una permanencia de los pollos en el nido de 22 a 25 días.


Insectos, arácnidos, miriápodos, todo vale para alimentar a sus pollos.

Esto lo he podido confirmar con las observaciones directas en un nido artificial que monté en mi casa, tras la pared, con una caja de madera, con portilla preparada y orificio para una cámara Gopro, dirigida en principio a los estorninos negros. Pero al terminar su nidificación, llegaron las abubillas y, tras sacar todo el abundante material que utilizaron los estorninos, ellas iniciaron la suya. Curioso.


Creo que el esplendor de esta ave se encuentra durante sus vuelos.

En primavera es frecuente ver vuelos de persecución nupcial entre machos y hembras aún no emparejados, con graznidos y gargajeos muy característicos.

La defensa de los pollos en sus nidos es muy particular. Situados de espaldas a la entrada emiten bufidos de alerta al depredador, pero si éste intenta entrar, le lanzarán excrementos mezclados con unos jugos de su glándula uropigial, situada sobre el nacimiento de la cola, de olor muy desagradable, que mancharán con fuerza la cara y ojos del atrevido depredador.


Pollos de abubilla de espaldas a la entrada, preparadas para defenderse.

Este es el motivo por el que se ha creado una leyenda negra. Hay personas que creen que huelen mal porque se las ve frecuentemente en los estercoleros y piensan que comen mierda. ¡Error! Lo que buscan son las crisálidas y lombrices que se encuentran bajo el rico sustrato.


Atención a la escolopendra que le han traído sus padres.

¡Bueno! Ya sabemos algo más de esta hermosa ave, que seguro que os habréis cruzado durante algún paseo por el monte o por el campo.

 Ahora a esperar una nueva primavera, que ellas anunciarán con su característico canto:

ub-ub-ub, ub-ub-ub, ub-ub-ub



Dibujos y fotografías del autor. 


Manolo Ambou Terrádez




4 comentarios:

  1. Preciosa historia, y muy buenas imágenes. Un saludo.

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  2. Enhorabuena una vez más,Manolo, por tus magníficas fotos y ameno artículo que me ha retrotraido a una experiencia infantil similar que viví, pero con otra especie de "coral" que citas, la Oropéndola.

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  3. Manolo q fotos más perfectas y q preciosidad d pájaro,felicidades compañero.

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  4. Felicidades por éste magnífico artículo, Manolo.!! Las fotografías preciosas. Un placer poder leer tus artículos. Estamos en contacto. Saludos cordiales.

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