lunes, 21 de febrero de 2022

UN ENCUENTRO EN EL PAMIR


UNA EXPERIENCIA

 INOLVIDABLE

Era el año 1995 cuando viajábamos por la legendaria autopista del Karakorum siguiendo la Ruta de la Seda, esta variante que transcurre junto a las aguas del indomable río Indo.

Hacía poco que este río, joven aquí, ramificado, indolente, iniciaba su periplo desde estos Himalayas, para recorrer Pakistán en busca de las aguas del mar Arábigo.




Una vez alcanzado el famoso paso de Khunjerab a 4.833 m sobre la cabecera del valle del Pamir, pronto avistamos algunas yurtas. Son viviendas circulares con techo en forma de cúpula, de origen mogol, que utilizan los pastores nómadas.




Desde esta otra vertiente, las aguas descendían hacia la meseta para muy pronto convertirse en el joven, pero impetuoso, rio Yarkant, que moriría más tarde absorbido por las arenas del desierto de Taklamakan.




Aludes de piedras, enormes arrastres y peligrosas erosiones nos acompañaron en nuestro camino mientras descendíamos a bordo del autobús oficial chino rumbo a Tashkugan.


 

Emulando la paciencia de la cultura oriental, bajábamos de
nuestro sufrido vehículo para facilitarle el paso entre los obstáculos. Estaba siendo un emocionante recorrido.



Los lagos y las arenas del desierto se fundían en un paisaje singular. Por un momento, y al saber que nos encontrábamos aún a gran altura y cerca de los Himalayas, a primera vista confundíamos aquellas arenas con campos de nieve.




Un rebaño de ovejas nos sorprendió. Mostraban una gruesa cola transformada en reserva de grasa que les daba un extraño y muy peculiar aspecto.



Pronto descubrimos los camellos, los auténticos, equipados con dos jorobas también repletas de grasa. Perfectamente
adaptados a estas tierras como los yaks, ambos son muy preciados como animales de carga, transporte y como ganado para producción de carne.




Siguiendo nuestro camino, no tardamos en encontrarnos con los primeros habitantes de origen mogol. Hábilmente se han apresurado en convertir estas yurtas en reclamo para los viajeros y en especial, para los escasos turistas occidentales que nos atrevíamos a seguir esta ancestral ruta.




Empezamos el descenso de aquellas enormes alturas y alcanzamos la auténtica meseta del Pamir. Inmensas llanuras cubiertas de modesta hierba dan alimento a los yaks, camellos, corderos y caballos.



En cierto momento, el autobús chino se detuvo para un reconfortante descanso de los viajeros y del propio vehículo. A lo lejos, desde unas humeantes viviendas, un pequeño grupo de habitantes de las estepas formado por mujeres y niños vinieron tímidamente a nuestro encuentro, pero tan curiosos como nosotros. 



No acudían a pedirnos regalos, como siempre nos ha sucedido en muchos países que hemos visitado por medio
mundo. Acudían, atraídos, a ver por primera vez a unos viajeros occidentales. Apreciamos especialmente sus miradas curiosas dirigidas al cabello rubio de alguno de nuestros compañeros. 



Observaban nuestra indumentaria, al igual que nosotros la de ellos. Dos culturas confrontadas. Nos mirábamos respetuosamente. Solo nos separaba desgraciadamente, la lengua, que obviamente no podíamos  utilizar en común. No
podíamos comunicarnos con palabras pero, sí, con mirada complaciente. 





El calzado de los niños, las habituales zapatillas deportivas, eran una manifestación de los indicios de contacte con occidente. Al cabo de poco tiempo, de las viviendas, salió y se aproximó un pastor motorizado. Disimulaba su interés paseando por la pradera a un niño pequeño y curioso. No se acercó tanto como sus vecinos, quizá para no evidenciar su similar curiosidad.




Nos observamos mutuamente durante algunos emocionantes minutos. El interés era recíproco. 

Fue muy especial y entrañable aquel encuentro. Nunca lo olvidaré.


Fotografías del autor.


Manolo Ambou Terrádez

11 comentarios:

  1. Extraordinaria aventura Manolo. Gracias por compartirla. Un abrazo.

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  2. Siempre un placer leerte. Magnífico documento, Manolo.!!! Cómo siempre ilustrado con fotografías extraordinarias. Saludos cordiales.

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  4. Fué un momento más de la vida, francamente impactante.

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  5. Muy bien Manolo. Cómo todos los artículos muy interesante. Continúa y regálanos con muchos más.

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  6. Muchos más, no se, aun que siempre aparece algún recuerdo curioso.

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  7. Hola Manolo, encantada de leerte. Muy interesantes tus experiencias.

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  8. Precioso tu reportaje Manolo, solo un detalle, la marca de la moto. Un saludo.

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