miércoles, 16 de noviembre de 2011

CALAMÓN - EL GALLO DE LA ALBUFERA



EL GALLO DE LA ALBUFERA
(Porphyrio porphyrio)

   Me encuentro escondido antes del alba  en la orilla del lago de la Albufera de Valencia y ya se han secado los carrizos que me envuelven.
   Comenzó el tiroteo poco  antes de amanecer. Cada vez van disminuyendo los obsesivos disparos de los cazadores, escondidos en las cocas dentro de los arrozales, ¡jamás he comprendido cómo se autoriza a cazar sin apenas luz, pues con esas condiciones no es posible distinguir las especies protegidas.
   El agua está muy quieta, parece un espejo. Solo se mecen algunas ondas que ahora me llegan del albuferenc  del pescador que hace unos minutos cruzó ante mí, algo lejos.
   Soy un inexperto como fotógrafo de fauna en humedales, y mira que lo he tenido siempre cerca.
   Durante la mañana, cientos de patos ante mí, emiten graznidos mientras se asean o se acosan; otros dormitan flotando en una rinconada de carrizos y aneas. La mayoría son grupos de Ánade real y pato colorado, también me parece apreciar alguna Cerceta pardilla y una pareja de Pato cuchara; pero están muy lejos para mi limitada óptica.
   Una enorme gaviota realiza un vuelo raso sobre la concentración de patos y provoca un ligero revuelo; está buscando algún herido del escopeteo.
   Una gigantesca garza real pasa ante mí como una gran máquina de vuelo. A pesar de mi camuflaje, ha percibido el movimiento de mi objetivo que intenta seguirla y en ese momento emite un poderoso graznido de alarma, mientras cambia algo su trayectoria.
   También las veo erguidas al fondo, en la orilla de las matas, como si fueran estatuas destacando por su altura, tras la concentración de anátidas que, como los que tengo aquí más cerca, descansan a salvo del escopeteo.
   Pequeños grupos de patos vienen volando de los arrozales para unirse con los que descansan ante mí.
   Mucho más lejos, una fila de oscuros cormoranes cruzan los cielos del lago en perfecta formación.
   Dos nerviosas pollitas de agua mueven sus colas incesantes, mientras buscan tiernos vegetales en el mismo límite de la vegetación con el agua.


   Yo hago lo que puedo con mi limitado equipo, y aunque no espero que las fotos sean buenas, me lo estoy pasando muy bien.
   ¡Caramba! ¿Qué es lo que viene hacia mí? Parece una pollita. Pero no. Me da la impresión que es más grande.
   Las aneas y carrizos me impiden una visión completa del ave. Estoy inmovilizado por su proximidad tras la cámara, ya no respiro. Con suavísimo movimiento voy encarando el objetivo a un pequeño claro a donde creo se dirige esta especie que jamás había visto, o eso me parece.
Es del tamaño de una gallina y con un color azul, que se hace más intenso cuando le da de pleno el Sol.
   Su poderoso pico y un escudo frontal resaltan con su intenso color rojo lo mismo que sus ojos del resto de su plumaje. Las patas rosadas terminan en largos dedos y su cola se mueve algo nerviosa como lo hacen las pollitas de agua. 
   Parece que no se ha percatado de mi presencia; no lo entiendo al estar tan cerca. De nuevo comienzo a respirar muy lentamente; mis pulsaciones se han acelerado; estoy muy emocionado.
   Me da miedo disparar la cámara por si se asusta.  Ahora se ha detenido y con sus dedos sujeta la base de unas tiernas aneas y con su fuerte pico las está arrancando para comer la parte más tierna.
   Creo que es el momento y comienzo a sacar algunas fotos de esta hermosa ave, parece que ha llegado como un auténtico fantasma. ¡Tan cerca de mi! ¡debe ser la tonta!
   Trato de disparar sólo cuando realiza movimientos bruscos, tratando de ocultar el sonido de mí Nikon A1, que para mí me parece ensordecedor, pero los graznidos del jolgorio de los patos, parece que lo acallan. De todas formas,  disparo con mucha precaución.
   Ahora se me acerca tanto, que ya no me cabe en el ocular y aprovecho para sacar un detalle de la cabeza: seguramente será la última foto; es preciosa.
   Aseguro que el enfoque está en el ojo y apretando los labios disparo.


   Como temía, la hermosa ave desaparece al instante. Solo oigo, ya a lo lejos un choc-choc que jamás había escuchado, mezclado con la jauría de las anátidas y algún tiro de las repetidoras.
   Estoy muy contento, pero las piernas, aun apretadas al trípode ahora comienzan a templar; menos mal.
   Me da ganas de lanzar un grito de alegría, pero me reprimo.
   Estoy muy contento, bastante nervioso y como no aguanto más, recojo todo mi equipo discretamente y retrocedo, algo embarrado, por el pasillo que abrí por la mañana, aún de noche entre la maleza.
   Es casi medio día y regreso a Valencia directo al laboratorio para que revelen las diapositivas y confirmen mi suerte.
   Algunos compañeros de trabajo, vecinos en los pueblos de la Albufera, me hablaron del Gallo de la Albufera ya extinguido, pero yo no tenía idea a qué se referían. Cuando llegué a casa, tomé la guía de aves y busque nervioso aquella figura que jamás olvidaría.
   ¡¡Por fin!! Estaba claro. Sin duda alguna se trataba del Calamón (Porphyrio porphyrio).
   Sin pérdida de tiempo, llamo al Centro Ornitológico de la Albufera y les comunico mi hallazgo, a lo que me responden que hace un año, realizaron su repoblación, con ejemplares procedentes de    Andalucía,  pero no disponían aún de  resultados positivos motivado por el acoso de los perros.
   Por la mañana, antes que abriera el laboratorio, ya hacía guardia en la puerta. A las ocho en punto abrieron y con mucho interés reclamé mis diapositivas. Sin más tardanza, allí mismo, comencé a buscar las últimas imágenes.
   ¡¡Bien!! Parecía que estaban enfocadas y la exposición era correcta. Lo había conseguido.

Fotos del autor.

Manolo Ambou Terrádez


4 comentarios:

  1. Gracias, Manolo!
    Después de un largo día de trabajo, se agradece sentarse en el sofá con el portátil y leer estas líneas que con tanta pasión nos escribes.

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  2. Muy buena entrada Manolo y transmites muy bien la excitación de aquel momento.Me ha gustado tu relato y casi he vivido aquel momento.
    Las fotografías de aquella época, tiradas en alalogico con los medios de entonces, tienen mucho merito. Quizás ahora aseguramos menos el disparo tirando, tirando y tirando, en muchas ocasiones demasiados disparos para pocos resultados.
    Un abrazo

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  3. Desde el Gallipato Alcublano os deseamos un maravilloso 2012.

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