sábado, 22 de diciembre de 2012

LA ESENCIA DEL ESQUÍ (3ª)



IIIº

LA CLAVE

  
 La enseñanza del esquí se basa en una serie de ejercicios que nos llevan poco a poco al dominio de toda la técnica, como ya dije, algo compleja y sutil.
  Dentro de esa enseñanza, hay dos escuelas, ampliamente reconocidas, que dominan el mundo de la enseñanza: la francesa y la austriaca.
   En mi tierra, la Escuela Española de Esquí, eligió la austriaca, basándose en unos principios más directos en su objetivo, especialmente al inicio, pues ambas técnicas terminan de forma similares a niveles altos, en competición.
   Cuando nos calzamos unas tablas de esquí quedamos atrapados. Toda nuestra movilidad desaparece. Nos sentimos torpes al querer movernos.
   Ese es el primer problema que tendrá que resolver el monitor.  Poco a poco nos obligará a realizar una serie de ejercicios básicos, especialmente ordenados, que nos eliminarán rápidamente nuestra torpeza.
   Pronto aparecerán los deslizamientos y seguidamente lo más importante, los cambios de dirección y los giros. Con ellos comenzaremos a controlar nuestra dirección al deslizarnos y lo más importante, reducir la velocidad, ya que sin ellos  irá en aumento nuestra aceleración, con el consiguiente peligro.
   Los giros en cuña serán pronto nuestra salvación. Con ellos,  cuando los realizamos correctamente, seremos capaces de descender por la mayoría de pistas, eso si, a nuestro ritmo, con seguridad.
   Pero pronto, y de forma equivocada, algunos, pretenderemos abandonar la cuña, por que es de novatos. Tenemos prisa por esquiar en paralelo como nuestros amigos más veteranos.
   ¡Que error más grande!
 Si no dejamos completamente perfeccionados todos los movimientos y posturas que nos obligan en la cuña, los virajes superiores que tanto deseamos, quedarán contaminados con incorrecciones, que llevaremos consigo durante mucho tiempo.
   Nuestro progreso se verá ralentizado y al siguiente monitor le tocará insistir en esos defectos tan imprescindibles para progresar.
   El perfecto esquí se basa en la angulación de hombros, la de caderas y la de rodillas. Sin ellos jamás podremos desenvolvernos correctamente en este deporte, y todos ellos se encuentran presentes en la CUÑA .

Cuña quitanieves, con las rodillas anguladas.

  Si vemos a un esquiador realizando una buena cuña, observaremos que sus angulaciones son las mismas que el esquiador que realiza el mejor esquí paralelo; esa técnica superior que todos deseamos alcanzar. La única diferencia está en que los esquís están separados en “V”, y en el paralelo se encuentran casi juntos.

En un viraje en paralelo, la única posición que cambia, es la del esquí interior, que queda en paralelo con el exterior.
Solo cambia la reunión del esquí interior al viraje.
   Una vez utilicemos la CUÑA perfectamente, pronto vendrá el viraje fundamental, el stem cristianía, el paralelo y una serie de técnicas de virajes superiores que nos dejarán en ese tan soñado nivel de esquí, con los que podremos resolver todo tipo de pendientes y los diferentes estados de nieves, alcanzando  un esquí “todo terreno” que nos  liberará de las dificultades, convirtiéndose nuestros descensos en un auténtico placer.
   En la técnica austriaca, la cuña parte de una postura estable flexionando cintura y rodillas, manteniendo los brazos abiertos para aumentar el equilibrio, con los puños a la altura de las caderas.
   Se inicia con un deslizamiento a máxima pendiente, con las rodillas lo suficientemente separadas para que los esquís queden casi planos en la nieve.
  El giro se producirá al acercar la rodilla del esquí, correspondiente al exterior del giro, hacia la contraria. Producirá así una angulación de rodilla, que repercutirá inmediatamente, por medio de las botas bien ajustadas, en una toma del canto interior de ese esquí exterior, provocando una flexión de la tabla y acoplando a la vez la curvatura de ella sobre la nieve, con una reacción de giro inmediato.
   Para cambiar de dirección, solo tendremos que relajar esa rodilla, para que la tabla regrese a la posición plana, y ahora angularemos la otra rodilla, como antes, para que el esquí contrario reaccione de igual forma el giro, ahora en el otro sentido.
   La amplitud del giro dependerá del grado de angulación de la rodilla; cuanto mayor sea, más cerrado y brusco será el giro.
Importantísimo: Para el giro, solo se moverá la rodilla correspondiente. El resto de cuerpo permanecerá en la postura inicial.
    ¿Veis que fácil?
   Una pregunta.
   Tu que ya no eres novato:
   ¿Sabes si ejecutas correctamente la cuña? Por que ese puede ser el motivo por el que te cuesta progresar.
   Seguiremos.

Foto y dibujos del autor.

Manolo Ambou Terradez





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