Llevábamos
muchos años siguiendo algunas parejas de martí pescador en las orillas del río,
en lo que hoy es la cabecera del Parque Natural del Turia en Valencia (España).
Los
territorios de estas aves solían ocupar tramos de kilómetro y medio. Los
teníamos localizados, pues eran escasos los lugares en los que
pudieran anidar, debido a las riadas que de tarde en tarde se producen con
virulencia, al aumentar varios metros el nivel de las aguas.
La corriente destruyen constantemente las pocas paredes de
tierra que aún quedan, donde estas aves utilizan para excavar sus profundos
nidos.
Cada vez quedan menos y en algunas
temporadas llegaron a anidar alejadas del agua, aunque dentro de lo que en su
día fue cauce.
Uno de los que
teníamos más controlados, estaba ubicado entre dos grandes rocas, donde aún
quedaba una estrecha franja de tierra.
Así, protegida de
las crecidas, había aguantado los embates de varias riadas que llegaron a superar
el nivel del nido, por suerte, fuera de época de nidificación.
Era un recodo profundo
tras un ligero rápido, donde las aguas se calmaban, dejando una superficie
bastante aceptable para los baños habituales, que realizan al salir del nido estas
pulcras aves.
Encarado al norte,
no era el lugar idóneo para sacarles fotografías en aquella umbría, pero si
para disfrutar de sus trajines de reproducción.
Las
estuve controlando varios años, hasta que surgió un problema que nunca había
contemplado.
El autor asegurando la pared y el nido contra las riadas. |
En plena nidificación,
y cuando debía tener una gran actividad por haber nacido ya los pollos, aprecié
que las aves ya no se acercaban al lugar, pasaban por delante sin detenerse,
aquello era muy raro.
Después de
asegurarme que no era por la presencia de algún pescador, me aproximé a la
estrada del nido, por si descubría alguna pista que me revelara la causa de
aquel comportamiento un tanto insólito.
Algún depredador
había arañado la tierra, pero su extra plomada situación había hecho desistir
su intento.
Pero pronto advertí
la causa. La estrada al nido rezumaba agua, estaba ennegrecida y las moscas
entraban por ella. Esto me alertó.
Evidentemente, por
desgracia, habían muerto los pollos.
Esa semana había
llovido y las filtraciones alcanzaron la cámara de nidificación, por lo que los
pollos debieron morir por la gran humedad de su receptáculo.
Desalentado, esperé
la segunda puesta, pero volvió a llover en esa primavera y ocurrió nuevamente
el desastre.
Prácticamente ya no
quedaban taludes de tierra en esa zona para que estas aves pudieran encontrar
el lugar adecuado, por lo que se me ocurrió proteger el suelo correspondiente
al nido con un gran plástico, con el objetivo de que no volviera a filtrarse el
agua de las lluvias, pero al año siguiente volvió a suceder.
Estaba claro que
las aguas procedían de más lejos, así que decidí resolverlo de forma más contundente;
Le construiría un nido de hormigón impermeable al agua.
Tomé la profundidad
de la galería con la cámara de nidificación y también las dimensiones del túnel.
El tamaño de la cámara ya la conocía, así que inicié con arcilla y escayola dos
moldes para que pudiera acabarlos con hormigón armado, que luego uniría,
completamente impermeable para las filtraciones.
El macho entra en el nido artificial. |
Ahora se trataba de
excavar el nido e instalarlo en su lugar exacto, comprimir bien la tierra sobre
él y reforzar el talud con piedras y cemento, para que resistiera mejor las
crecidas.
Un buen equipo de
aficionados me ayudaron en estas faenas de
transporte, excavación, albañilería y camuflaje. Ahora solo faltaba esperar.
¿Aceptarían estas
aves su nuevo pisito?
En
Febrero comenzaban los cortejos y ocupación o creación de los nidos, así que
inicié mis observaciones dentro del cañar, junto a las cantarinas aguas del
Turia.
No habían pasado
aún tres cuartos de hora cuando un martín se paró en la rama posadero que les
había preparado frente al nido. Aunque en la sombra sus plumas brillaban con
destellos azul turquesa, destacándose sobre aquel fondo umbroso donde se
encontraba el nido.
Era la hembra. La
conocía por su pico colorado en la mandíbula inferior.
Estaba muy
tranquila. De vez en cuando emitía un piar corto y lastimero como si fuera
una cría.
Diez minutos
después comencé a percibir por mi espalda y desde lejos el reclamo, seguramente
del macho, que "in crescendo",
se acercaba a gran velocidad.
Traía un pececillo
en el pico con la cabeza hacia a delante. Estaba claro que era su ofrenda para la hembra. Los dos piaban y
de forma muy recatada, tímidamente, se aproximaron con el cuerpo y el pico
estirados: el macho ofreciendo su presa y la hembra aceptándola. En un instante
esta la tragó. Parecía muy contenta. Seguía piando como un pollo, con las
plumas estufadas, estaba preciosa.
Al poco tiempo el
macho voló a nuestro nido y entro en él.
¡Lo habían ocupado!
No pude aguantar
más mi alegría y pronto
llamé con el móvil a mis compañeros para darles la buena nueva.
Durante varias
temporadas han realizado sus puestas con éxito y nuestra obra ha resistido
todos estos años varias riadas que superaron el nivel del nido.
Creo que nuestro
proyecto ha sido un acierto. Estamos satisfechos.
Los reclamos de
estas bellísimas aves siguen escuchándose por el cauce del río Turia,
reflejando en sus aguas sus brillantes colores en su vuelos rasantes y
veloces.
Fotos de Luis Santamaría y el autor.
Dibujo del autor.
Dibujo del autor.
Manolo Ambou Terrádez
Preciosos y detallistas tus comentarios Manolo, enhorabuena por tus logros y el de los polluelos.
ResponderEliminarMe ha gustado Manolo, no tenía ni idea.
ResponderEliminar¿Tu también contribuiste a la burbuja inmobiliaria?
Precioso Manolo. Sigo disfrutando mucho con tus trabajos y crónicas.
ResponderEliminarMuchas gracias por la divulgación de la Naturaleza que realizas. Enhorabuena.
Que pasada Manolo.
ResponderEliminarQue bien relatado y que extraordinaria vuestra acción.
Un abrazo.
Brillante. Muchas felicidades.
ResponderEliminarDesde las frías tierras austriacas,
ResponderEliminarQuerido Manolo! Nuestra más sincera enhorabuena por el artículo y el éxito con los polluelos del martín pescador
Un beso
Una cantante
Desde Mira te damos la enhorabuena por otro excelente artículo. Mi hija disfruta mucho de tus artículos, también le interesa la naturaleza, de hecho ahora está investigando la manera de mejorar la sostenibilidad de la Albufera. Un abrazo de Nicolás
ResponderEliminarMagnífico trabajo!! un abrazo.
ResponderEliminarEsperamos tu siguiente gran trabajo. Un abrazo
ResponderEliminarPrecioso e interesante artículo del naturalista Manolo Ambou. La fauna gana con seres humanos como vosotros.
ResponderEliminarMenudo trabajo!! Muy buena composicion y camuflaje. Espero que tu idea cale en mucha más gente y se haga esto más. Enhorabuena. Un trabajo de 10 !!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por compartir esta idea, este pájaro es precioso y no abundan mucho, hay que protegerlo. Encuentro a faltar el diametro de la entrada, podrías indicarla?
ResponderEliminarHola P. Cardona: No tengo ahora las medidas exactas, pero andan por: altura 7 cm y anchura 6 cm. Si las necesitas exactas las puedo medir este fin de semana.
ResponderEliminarGracias Manolo, supongo que no les vendrá de un centímetro mientras pasen bien. Estoy en una asociación naturalista y colgamos cajas nido, voy a proponer vuestro proyecto a ver si lo ponemos en práctica. Un saludo.
EliminarEnhorabuena !!! excelente trabajo y emocionante resultado.Muchas gracias por compartir. Toni Rivas
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