Siempre
ha sido para mí un placer viajar por ese entresijo de modestas carreteras que
comunican a los pueblecitos de Teruel, diseminados por su alta geografía, donde
se respira aire seco, puro, sin contaminar, que nos da la impresión que
alimenta.
Esta vez abandonamos la Autopista Mudejar, en el valle del Jiloca,
para circular por la carretera nacional, sin prisa, recordando todos esos
pueblecitos, ahora olvidados del tráfico, de originales iglesias y campanarios,
que firman la personalidad de cada uno de ellos.
A la altura de Santa Eulaia me desvío al Oeste para cruzar la sierra
Menera, con intención de alcanzar un pueblecito muy particular llamado Ródenas.
Aun no había alcanzado Peracense, cuando comienzo a vislumbrar tras él, en lo alto de aquellas cerros, una silueta muy particular, de color rojizo, perfectamente mimetizada con el entorno de piedra arenisca, de rodeno rojizo.
Inmediatamente y cuando me lo permitió la estrecha carretera, detengo
el vehículo fuera de ella y desde lo alto de la loma, dirijo mi teleobjetivo
hacia aquella altiva construcción, encaramada sobre las rocas.
Es un castillo y nada pequeño, escondido de siempre, a los
viajeros que como yo, hemos atravesado tantos años, tantas veces el valle del
Jiloca, sin anuncio alguno.
Minutos después atravesamos el pequeño pueblecito de Peracense,
siguiendo las señales que ahora anuncian el castillo que lleva su nombre.
Ascendemos por una buena pendiente que nos introduce en un paisaje muy
particular y hermoso, formado por esbeltas y redondeadas torres de rodeno rojo.
Tras una revuelta, comienzan a aparecer las primeras almenas del
castillo, caprichosamente construido sobre aquellas altivas paredes.
Es una construcción espectacular en perfectísimo estado que otea
gran parte del valle del Jiloca postrado a sus pies , como el pueblo.
Si por fuera nos gustó, cuando atravesamos la poderosa muralla por una
puerta con arco de medio punto, y accedimos al interior, a la albacea, después
de ascender por una fuerte rampa, comenzamos a apreciar la auténtica fortaleza,
oculta a nuestra vista por las murallas.
Desde el adarve de la primera muralla, contemplamos la albacara y las irregulares defensas adaptadas a la roca. |
El acceso al último bastión, se realizaba por un puente levadizo. |
Solo necesitaba una muralla en ángulo recto para defender el flanco
Sur y el Oeste, con un espesor de tres metros, almenada y con tres torres y
saeteros, pues su atrevido emplazamiento le daban natural protección.
Aljibe en el segundo recinto. |
Dos escaleras de madera nos elevan hasta el adarve, que recorre
lo alto de toda aquella muralla defensiva y sus torres.
La construcción ocupaba unos 10000 metros cuadrados, divididos en tres
niveles. Sobre la albacara y enfrente de la entrada se alzaba una nueva muralla
irregular a la cual se accede por una torre cuadrada, que defiende la puerta y
al tercer nivel, donde se encuentra el último bastión, residencia del alcaide,
los aljibes, almacenes de armamento y alimentos, defendidos por un puente
levadizo y acceso al interior muy angosto, por una escalera tallada en la roca.
No es mi intención desvelar más detalles de esta fortaleza, pues opino
que os será grato descubrir vosotros mismos sus detalles, participando así en
esa “aventura cultural”.
Aljibe en el techo del bastión. |
NOTA:
Creo que este castillo se merece su anuncio de forma clara en la
Autovía Mudejar A-23, lo mismo que en la nacional N-234, pues si no TAMPOCO
EXISTE, como Teruel.
Fotografías del autor.
Virguería de castillo. Nada como viajar para enterarse de lo que existe por esos lares. Buen artículo Manolo... ¡Como siempre!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Enhorabuena por este artículo tan chulo.
ResponderEliminarGracias por contarnos que existen estas joyas
ResponderEliminarJavier Antolín - ADENE
Manolo, lo conocía antes de la restauración, ahora he vuelto al leer tu artículo.
ResponderEliminarRicardo. Corredor