lunes, 10 de septiembre de 2018

ÁGUILA AZOR PERDICERA (CONTROL AL)





GRUPO DE INTERVENCION
EN ALTURA

   Esta vez quiero informar de una labor poco conocida que realiza un intrépido y concienciado grupo de agentes forestales en pro de nuestra naturaleza.

 Quien ha seguido mis controles al águila azor perdicera en el Parque del Turia sabrá que siempre ha sido con la imprescindible colaboración de Luis Santamaría, ese muchacho que con muy corta edad se unió en 1980 a mi proyecto; conocer con pelos y señales la vida de esta impresionante rapaz en sus largos días de estancia en el nido en su reproducción.
   Aquel proyecto vio la luz en 1983, y fue comunicado y relatado en documentación, audiovisual e impresión en libro con el nombre de “CITA EN LA ROCA” recientemente publicado.



   Nuestro control anual con estas aves fue y sigue siendo un éxito, y desde hace algunos años, Luis, convertido en agente medio ambiental, contribuye en su trabajo con una actividad muy importante para el seguimiento de estas rapaces, que sufren cierto retroceso en el número de nidificaciones en nuestra comunidad, afectando también en el resto de la península.
   Desde hace algunas temporadas que sigo los trabajos de su grupo de intervención y me siento obligado a que conozcáis su extraordinaria labor tan callada.

DESCRIPCIÓN
   En primavera, los agentes medioambientales con formación en trabajos en altura, pertenecientes al Grupo de Intervención en Altura (en adelante GIA) de la Comunidad Valenciana, nuevamente han participado activamente en el programa de análisis  de enfermedades en pollos de águila azor perdicera elaborado por el Servicio de Biodiversidad, en colaboración con la universidad CEU Cardenal Herrera y Universidad Católica de Valencia, y con la participación activa de los centros de recuperación de fauna de las tres provincias valencianas. El programa cuenta con el respaldo del director general, los directores territoriales, los jefes de servicio, etc.


   Para desarrollar con éxito su labor, en primer lugar, deben conocer al dedillo los lugares de intervención; en segundo lugar, deben tener en cuenta los ciclos de reproducción de cada pareja de águilas, que varían de una a otra pareja, pues en la intervención en el nido, los aguiluchos deben tener una edad concreta, entre 32 y 47 días (más adelante explicaré por qué). Por todo ello, se seleccionaron cinco nidos por provincia y centraron su trabajo en quince días de primavera, aun que no fueron elegidos al azar: Los Agentes Medioambientales y personal voluntario interesado por  lo que sucede en su entorno les comunicaron, entre otros valiosos datos, las fechas concretas de la posible intervención y los acompañaron en ese trabajo.


LA APROXIMACIÓN

   Se trata, en su mayor parte, de un terreno inestable por donde solo transitan algunas cabras o jabalíes.
   Una persona dotada con una emisora, capaz de guiar por los riscos y frondas al resto del personal de intervención desde una posición privilegiada (la ladera frente al nido), la figura del “agente número cuatro” u observador, a la que se alude de manera recurrente en los cursos de formación que imparte el Ministerio, resulta imprescindible si no se conoce el acceso exacto a la vertical del nido, pues de ella depende que no se metan en pendientes equivocadas y que encuentren lo más rápidamente posible la vertical del nido, donde colocar la cabecera o descuelgue.
   Una vez en la cabecera, como en un anfiteatro, cada uno tiene sus funciones de forma sincronizada.
   Se adaptan al medio ya que ninguna cabecera es igual. Los enseñaron bien en los cursos de formación. La experiencia  en este entorno es muy valorada, el golpe del martillo y la roca les da la pista para encontrar el lugar seguro donde poner el anclaje.
Junto al personal técnico y los veterinarios, en la cabecera siempre se queda uno o dos agentes, completamente comunicados y atentos a lo que sucede unos metros más abajo, en la vertical.

   Esas paredes no suelen estar limpias: vegetación con distintos portes y viejas rocas calizas a punto de desprenderse hacen que el primer agente que desciende al nido (posiblemente la primera persona que lo hace) extreme la precauciones al máximo, montando fraccionamientos si hicieran falta, colocando protectores  de cuerda en rocas afiladas como cuchillos o arrojando al vacío alguna que tenga aspecto de desprenderse cuando estén bajo ella. En esos momentos de aproximación, la adrenalina les sube sus niveles en sangre, aun que ello no consigue hacerles perder la concentración en ningún momento.


 LA LLEGADA AL NIDO

   Algunas veces es por su vertical y otras tienen que ingeniarse para desplazarse algunos metros hasta ese extraplomo. En esos metros parece que sudan más, pues hay unos ojos extraños que les están mirando.

   En la mayoría de casos, con la edad correcta, y según su experiencia, los pollos les observan casi inmóviles y, si su aproximación es sinuosa, así permanecerán hasta que les cubran con una tela para inmovilizarlos y seguidamente instalarles la caperuza de cetrería, garantizándoles una inmovilidad casi completa.

   Aquí es el momento de comentar que si se les calcula erróneamente la edad del pollo, por ejemplo, cincuenta días, durante la aproximación del agente, el animal puede verles como una amenaza y, confiando en sus alas, ya ejercitadas, se puede poner desafiante en el borde del nido, dándoles a entender que, si siguen acercándose, saltará del nido al vacío. Si por un mal cálculo ya son grandes, suspenderán la intervención y se retirarán del área de influencia a ese nido.
Paladar de un pollo con placa granuloma de trichomoniasis.

   Tras colocar las caperuzas, les vendan las garras de los pollos y se introducen en la mochila o petate para poder subirlos con cuidado por la pared vertical hasta la cabecera utilizando una cuerda o a espaldas de un agente si así lo requiere la orografía o la vegetación del lugar (arbustos, ramas, desplazamientos horizontales, etc.).
Si la distancia vertical desde el nido hasta la cabecera es larga y si el equipo está constituido por varios agentes, uno de ellos se posicione en mitad del recorrido controlando el ascenso de tan preciado petate.


TOMA DE MUESTRAS Y VUELTA AL NIDO
   Mientras el personal técnico y veterinario, en colaboración con los agentes medioambientales que permanecen en la cabecera, marcan y extraen muestras de la rapaz como indica el protocolo (frotis de la cavidad orofaríngea y anal, peso, anillamiento, etc.), los agentes que permanecen en el nido recolectan todo tipo de restos de presas (egagrópilas, deyecciones, plumas, etc.) con gran pulcritud: sabemos con certeza que en el laboratorio, muy lejos de allí, apreciarán su trabajo y sacarán muchos datos del estado de salud de estas aves. Siguiendo recomendaciones de compañeros de otras Comunidades, aquí, en la provincia de Valencia, dejan comida adicional, normalmente, aves.
  
Tras los análisis y marcajes, devuelven los pollos al nido, hasta que llega un momento clave: dejar a los animales bien encarados, quitarles las caperuzas (una maniobra que realizan en silencio) y luego abandonan el nido con la mayor brevedad posible.
   La cabecera quedará en su estado anterior a la intervención, sin dejar marcas de su presencia en la zona. Con posterioridad a tal actuación, verificarán el regreso de los adultos al nido y que su comportamiento es absolutamente normal.
   Este año, de los veinticuatro pollos que extrajeron en la Comunidad Valenciana, siete dieron resultados positivos en Tricomonas. Encontró presencia de Salmonella en cinco ejemplares y cuatro de ellos portadores de Campylobacter, resultados muy preocupantes, pues aumentó el número de estos microorganismos respecto a los análisis del año anterior.

Equipo de intervención. 

   Confiamos en que se reconozca al grupo de Intervención en Altura su extraordinario esfuerzo, su buen hacer en este y otros proyectos de conservación en tan peculiar entorno y pronto se les formalice la creación de este grupo, consolidando formación específica, humana y material en pro de una mejor conversación de algunas especies y de nuestro medioambiente.
¡Muchas gracias muchacho!

Fotos de Luis Santamaría Malde y del autor.

Manolo Ambou Terrádez




                                             

4 comentarios:

  1. Este reportaje, es un apéndice perfecto para cerrar el libro que acabas de editar.
    Das a conocer una labor esencial y muy poco divulgada en la protección y cuidado de la fauna. Muy bien Manolo.

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  2. Gran trabajo el que realizan todos ellos y un buen documento que da a conocer su labor. Un saludo y felicidades a todos los implicados en el proyecto.

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  3. Qué pena que no se conozca este trabajo lo suficiente.Enhorabuena a tí y al grupo!

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