miércoles, 2 de enero de 2019

CUEVAS DE MOGAU


UNA ENCICLOPEDIA 
EN LA ROCA
Cuando entrando a China por occidente, siguiendo la ancestral ruta de la seda, esa vía tomada desde la prehistoria hasta la Edad Moderna por los comerciantes, procedentes de las tierras lejanas de la actual Europa, y tras atravesar gran parte del desierto del Gobi, alcanzado su centro, llegamos a una estratégica ciudad de esta importante ruta con tantos siglos de historia: Dunhuang.


Muy cerca de allí, en las montañas de Mingsha, en un acantilado de cincuenta metros de altura y en una longitud de kilómetro y medio, se encuentran excavadas las cuevas de Mogau. Ciento noventa cavidades correspondientes a numerosas dinastías como la Wei, Sui, Tan y Song.


En ellas encontramos dos mil quinientas esculturas policromadas que representan imágenes de Budas, bodhisalvas, discípulos reyes y guardianes celestes.


Datan desde el periodo de los Wei, en el año 368 después de Cristo, pero su máximo esplendor se produjo durante la dinastía Tang, entre los años 618 y 906.


Pero junto a ellas también podemos admirar los hermosos murales que las acompañan. Todos juntos llegan a alcanzar cerca de cuarenta y cinco kilómetros.


Tras conservarse al paso de los tiempos, en 1907, un arqueólogo inglés Aurel Strein, acompañado por el monje taoista Wang Yuanlu, comenzaros las excavaciones en estas grutas de Mogau. 


En ellas aparecieron también gran cantidad de pinturas y documentos sobre madera, papel o incluso seda. Todo ello con escritos en lenguas diversas como el sanscrito, zodiaco, tibetano y chino, pero también en otras muchas desconocidas.


Esta grandiosa aportación cultural, mayormente de temática budista, grabadas y pintadas en las paredes de este acantilado lo convierten en una auténtica enciclopedia, que nos describen la vida cotidiana, la arquitectura, sus vestuarios, sus danzas y representaciones e instrumentos musicales mostrándonos su instrumental.


Otra enorme joya, como nos tiene por costumbre descubre la grandiosa China, con esas monumentales obras arquitectónicas de tan gran importancia o de singular belleza: La grandiosa  Muralla, que como un dragón recorre las montañas de Badaling; la enorme y genial sistema de irrigación, oculta bajo tierra, los Karez;   la impresionante formación de ese numeroso ejercito de terracota en Xi´an que nos dejó asombrados, o las cuevas de Longmen y sus diez mil budas.


Nosotros las visitamos en 1995 , por lo que hoy día habrán aumentado los trabajos arqueológicos, mostrándonos más páginas de este libro olvidado durante tantos siglos.



Y seguro, que este longevo e inmenso país esconde muchas más obras, que nos dejarán enriquecidos y asombrados para siempre. 

Fotografías del autor.

Manolo Ambou Terrádez

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