jueves, 4 de abril de 2019

CITA EN LA ROCA DEL 2019



36 AÑOS CON EL ÁGUILA PERDICERA

Nuevamente las águilas perdiceras del Parque Natural del Turia tienen dos nuevos aguiluchos.
Dos nuevas águilas que en menos de tres meses podremos verlas volar por estos cielos, si todo va bien.
Es el resultado de un cuidado esmerado con estas rapaces, que año tras año nos compensan con sus positivas nidificaciones, enriqueciendo de esta forma la fauna en la Península Ibérica, creando la oportunidad de ocuparse nidos hasta ahora abandonados.


Dos nuevos aguiluchos para el Parque Natural del Turia.

Es curiosa su lealtad con este entorno natural, con el nido elegido repetitivamente durante estos años,  equipado con nuestra cámara de vigilancia, que nos ha permitido realizar un seguimiento perfecto, tan de cerca, que de esta forma no se nos escapa ningún detalle de su intimidad, en sus costumbres, en sus enfermedades, o sus errores. 

El macho termina de traer un conejo.

Por ello seguimos aprendiendo con detalle sus presas,  que nos muestran de forma fiel, el estado actual de su enorme territorio, de nuestro entorno, como confidentes para describirnos  su fauna.

Lógicamente, capturan las especies más abundantes del momento, al disponer con ellas más oportunidades, así que si traen muchas perdices, los cazadores deben alegrarse, pues se han reproducido bien, y por ello debe celebrar la abundancia en esta especie.
Su nombre "perdicera" no tiene nada que ver con su especialización de caza,  que mas bien suele ser el conejo, común para todas las grandes y medianas rapaces.


La hembra ceba a los pequeños.

Esta especie de águila, a pesar de su tamaño, por su fisonomía tan especial, la convierten en una cazadora singular, que le permite capturar especies variadas, desde una rata a una pesada liebre.
Sus poderosas garras y especialmente su amplia cola le dan unas cualidades de sorprendente maniobra, que la asemejan al azor, y por ello ahora se le denomina águila azor perdicera.


Los pollos recién nacidos junto a los restos de una presa.

Desde que mataron a la vieja hembra en el 2005, y se formó nueva pareja en el 2010, han vuelto a elegir esta agraciada cárcava, y su lugar de nidificación, donde hacemos su seguimiento. 
Esta nueva etapa, y con la ayuda de la administración, nos han permitido instalar cámaras de vigilancia y así, ahora sin jugarnos el tipo, aprovechando esta nueva tecnología, podemos estudiarlas con gran detalle, sin perder un minuto de sus comportamientos en su nidificación, incluyendo la noche.


La cámara de vigilancia también trabaja en la noche.

Eso sí, todo ese gran número de tomas hay que visualizarlas minuciosamente, para seleccionar algún detalle que nos aporte algo nuevo de lo que pueda suceder en el nido. También es importante la visualización directa, que nos alerten del estado o peligros que les amenacen.

Gracias a la proximidad de la cámara para su vigilancia, estos últimas años hemos observado nuevos sucesos que nos aportaron y confirmaron algún detalle mas en su comportamiento. Nos desvelaron claramente el motivo por lo que el macho trae presas al nido horas antes de haber comenzado  a romper el huevo el primer pollo, o el motivo real de desestimar y retirar el  estómago e intestinos de ciertas presas, observado tantas veces; Siempre aprendemos algo nuevo.


La hembra retira el estómago e intestinos de los conejos y ratas.

Este año hemos sufrido las incursiones de los colombaires a la zona, obviamente restringida para los visitantes del Parque, debidamente señalizado, y solucionado su recorrido con dos alternativas rutas, que puso en peligro la incubación, al espantar a la hembra del nido por la presencia de la horda humana tras la suelta, y además apoyados por la intervención en su seguimiento con una avioneta que volaba  a muy baja altura sobre la zona de nidificación, sin permiso alguno de las autoridades que rigen el Parque.


El macho trae un conejo.

Esa ignorancia o error por parte del ayuntamiento de Pedralba que apoyó y promovió la competición, y el egoísmo absurdo de los aficionados a este "deporte" por celebrar la competición en pleno Parque Natural del Turia, a sabiendas de la presencia de rapaces, tanto halcones peregrinos como la conocidísima águila perdicera, tuvo consecuencias fatales. 
La hembra de la suelta, huyendo de la persecución de los numerosos machos que la acosaban, se dirigió al corazón del parque, seguidos por la horda formada por el jurado, propietarios de los palomos buchos y la intervención de la molesta avioneta, en la zona restringida del parque. 
Resultado: dos cotizados palomos, valorados en seis y siete mil euros, posiblemente cobrados por alguna de las rapaces. Menos mal que estos ejemplares no eran los más valorados.

Este "deporte" o afición de la colombicultura, interfiere absurdamente en numerosos espacios naturales de la Península, con consecuencias fatales, en su empeño por realizar las sueltas en lugares inadecuados sin control alguno. Y no quiero mostrar aquí mi opinión sobre esta extraña afición, que no tiene nada que ver con la colombofilia, pues esta trata de la cría de palomas mensajeras, y sus inocuas sueltas, que han servido a la sociedad por sus extraordinarias cualidades durante tantos años; en otro momento escribiré sobre ello y seguro que os sorprenderá.

Instalación de la cámara de vigilancia.

Supongo que Antonio de Córdoba, aquel lector de mi artículo "32 años con el águila perdicera" en el 2015, que dejó su opinión sobre este tema, se habrá quedado contento porque con nuestra nueva tecnología hemos dejado de observarlas "in situ", así ya no las molestamos: ¡Pues no! Ahora puede comprender su equivocación, ya que seguimos con intervenciones anuales, para investigar el estado de los pollos y sus anillamientos,  y a pesar de todo llevan siete años en el mismo nido.


Cámara de vigilancia instalada, domina completamente el nido.

Quiero resaltar, que estas actuaciones directas, requieren de saber estar, de conocer a fondo sus costumbres, de comprender su sicología; resumiendo, de experiencia.
Así que aprovecho para agradecer a las autoridades del Parque Natural del Turia, la "Consellería de Agricultura Medio Ambiente Cambio climático y Desarrollo Rural" de la Comunidad Valenciana, a la universidad veterinaria CEU Cardenal Herrera, y al imprescindible equipo de agentes forestales que forman el Grupo de Intervención en Altura (GIA), apoyado incondicionalmente por el Ayuntamiento de Vilamarxant. Gracias a todo este equipo por los excelentes resultados, y su buen hacer en el  seguimiento de estas rapaces.

Manolo Ambou Terrádez
















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