lunes, 16 de marzo de 2020

TREPARRISCOS

UN AVE ALPINA

Llevo muchos años ya en la montaña, moviéndome entre agrestes paredes de roca, unas veces escalando y en otras ocasiones observando y estudiando la variadísima fauna que atesora esta  tierra, España, principalmente.

Mi especialidad montañera actual es la de fotógrafo de naturaleza, como la mayoría de vosotros conocéis o adivináis. Gracias a ello os puedo relatar el encuentro con esta especie singular de ave el Treparriscos ( Trichodroma muraria), que a pesar de haberlo observado en varias ocasiones, no había tenido la oportunidad de fotografiarlo.
Si buscásemos un símbolo con la cual representar al alpinismo, en substitución a la flor Edelweiss (Leontopodium alpinum), sería esta ave.

Mi primer encuentro co ella lo tuve en Pirineos, en el macizo de Monte Perdido.
Amadeo Botella y yo decidimos en aquella ocasión ascender al Marboré (3251 m) por su precioso couloire.
Como siempre que acometemos ascensiones por hielo y nieve, madrugamos para evitar la caída de esas piedras que hubieran quedado posadas peligrosamente sobre este blanco elemento, y que con la luz del amanecer y el calor de un nuevo día podrían desprenderse a varios cientos de metros por encima de nosotros,  con el consiguiente peligro de reventar nuestros cascos.

En estas enormes paredes de Ordesa son habitats del Treparriscos en la época nidificante.

La ascensión con mi compañero fue preciosa. A los dos se nos daba muy bien ese tipo de escalada y alternando los largos de cuerda ascendimos en un periquete hasta la cumbre.
Estábamos satisfechos de nuestra ascensión, y ahora, sin prisa, almorzábamos sentados en el borde del abismo, con las piernas colgando sobre el profundo circo de Gavarnie, contemplando las luces del pueblo aun de noche, mil quinientos metros más abajo.

De pronto algo se movió a mi derecha, a solo cinco metros, era un ave hermosísima, desconocida para mí, de un tamaño parecido al gorrión común, con vuelos espasmódicos por la pared, como si fuera una gran mariposa.
Estaba asombrado ante descubrimiento de aquella ave paseriforme nueva para mí. Escalaba y revoloteaba por la pared buscando insectos con su largo y curvado pico explorando los orificios y grietar en la roca.
Al revolotear para desplazarse de sitio sus anchas alas de color carmín destacaban en la pared de forma muy llamativa.
Estaba asombrado y a la vez rabioso de no poderlo fotografiar, pues en aquella ocasión no disponía de equipo para ello, ni tampoco lo hubiera arriesgado en tan delicada actividad. Así que me conformé con su presencia tan cercana y con haber descubierto otra ave que aún no conocía.

La Torre Cabriel, otro punto de mis citas.
Esto me ocurrió en 1966, pero años más tarde, escalando con Miguel Gomez en los Cuchillares de Contreras (Cuenca), y mientras lo aseguraba ya muy alto en la impresionante pared, junto a mí, un pajarillo con la espalda grisácea y pico largo y curvado, que a primera vista confundí con un ratón, trajinaba cerca de mí ignorándome. Pero pronto vi al revolotear, que era la misma ave que hacía algunos años observé en Pirineos.
Una vez más me pillaba sin cámara y muy atareado asegurando a mi compañero Miguel en aquella difícil vía, así que disfrute unos minutos de su aparición, que recordaría para siempre.

Nuevamente lo pude observar junto con Luis Santamaría ,  en la cumbre del Aneto (Pirineos), por las paredes  del legendario “Paso de Mahoma” (1987), tras acompañar a mi compañero en su primer tres mil.


Y por último volví a verlo en invierno, mientras caía la tarde, buscando insectos en las rendijas de las ventanas en un municipio de la provincia de Huesca, Benasque.

Pero ahora, en mi nueva actividad para estudiar la fauna, y mientras hacía el seguimiento de unas Águilas reales en los paredones que circundan a Gestalgar, en lo que hoy es la nueva integración del Parque Natural del Turia, que se prolonga desde Valencia hasta el propio cañón de Chulilla, a lo lejos, descubro nuevamente la presencia del anhelado treparriscos.
Se encontraba a unos doscientos metros y lo observé con un telescopio terrestre, así que una vez más no pude fotografiarlo.
Las observaciones de Contreras y ahora en Gestalgar corresponden a su época invernante, lejos de los territorios de nidificación correspondientes a zonas altimontanas, alpinas.

Las paredes que angostan al río Turia, acogen en invierno a estas trepadoras aves.
Estas pocas citas, a lo largo de tan dilatado tiempo, demuestran la dificultad de poder observar a esta ave, dificultad que, en mi actividad ornitológica, la definen como una de las especies europeas más valorada por mí.Así que ahora, con equipo y más experiencia, decido intentar fotografiarlo, sabiendo que será muy difícil, dado el reducido tamaño y la improbable posibilidad de encontrarlo lo suficiente cerca, pero había que intentarlo; era uno de mis sueños ornitológicos.

Tras dos intentos fallidos, uno con Antonio Vela y otro con Vicente Romero, decido intentarlo nuevamente, ante la proximidad de la primavera y su "vuelta a casa", a sus escarpados territorios pirenaicos, en las grandes alturas.

Paredes en en municipio de Montanejos.
Necesitábamos paredes de fácil acceso, dado los potentes objetivos que debíamos utilizar, nada cómodos para trajinarlos por la montaña y por ello elegimos un paraíso de los escaladores, a pie de carretera, en Montanejos, Castellón, lugar donde nos habían dado noticias de su presencia.
Estaba amaneciendo y nos encontrábamos Antonio Vela y yo revisando las paredes que comenzaban a recibir los primeros rayos del Sol. Atentos a cualquier inicio de movimiento por aquellos roquedos, conscientes de que con su librea gris pasaría desapercibido, camuflado en el color de la roca caliza y solo se delataría por alguno de sus llamativos revuelos.
Pasaban los minutos y allí no se movía nada, salvo los primeros vuelos de los aviones roquedos que comenzaban a buscar en el aire los primeros insectos movidos por la brisa producida por el calentamiento de las propias paredes, pero nada más.

Transcurría el tiempo y temíamos fracasar nuevamente. El rumor del río a nuestras espaldas y el canto de una pareja de carboneros parecía relajarnos de la tensión que nos embargaba mirando aquellas paredes repletas de vías para escalar.

Su espalda gris y negra lo camuflan en la caliza.

Pero a lo lejos,  en una de las aristas de la pared, un poco a contraluz, observé un aleteo que me hizo sospechar y salí corriendo hacia el pié de la pared, en la misma cuneta de la carretera.
Si era él. En solitario trajinaba por la roca tal y como otras veces lo había observado. Entusiasmado llamé a mi compañero, que acudió corriendo, cargado con la cámara un buen objetivo y su trípode.
-- ¡Lo tenemos, lo tenemos! -- Gritaba repetidamente entusiasmado.
Y comenzamos a realizar sucesivos disparos, con la esperanza que alguna de las fotos pillara el momento clave de mostrarnos sus hermosas y vistosas plumas carmesí.


Las cámaras echaban humo. Las ráfagas se sucedían, mientras seguíamos al ave en sus recorridos por la pared, con la esperanza que descendiera algo y fotografiarlo así más de cerca. No tuvimos esa suerte, así que asumimos la necesidad de recortar luego las fotos, y poder mostrar al animal de forma aceptable.

Veinte minutos después cambió de lugar, volando a las paredes de enfrente, al otro lado del río, donde lo perdimos en la grisácea caliza, muy lejos de nosotros.


Solo vimos uno, pero lo teníamos. Emocionados, revisamos las fotos en las cámaras ampliándolas, y entusiasmados nos felicitamos por nuestra incruenta captura, que engrosaba con esta nueva nuestra ya nada despreciable colección faunística de nuestra Comunidad.
Tras un merecido almuerzo, regresamos a casa, convencidos de que alguna foto habría salido decentes para poderlas mostrar, a pesar de los recortes y la dificultad para seguir los movimientos erráticos del ave por aquellas paredes, donde los escaladores tratan de emular al treparriscos, nacido para ello.

Fotos del autor y Antonio vela.
Nota: La calidad de las fotos no es perfecta, dado a la gran distancia realizadas y al pequeño tamaño del ave.

Manolo Ambou Terrádez






4 comentarios:

  1. La descripción parece un docunmental,me gusta; me parece una delas mejores descripciones sobre cómo hacer una fotografía.
    Muy buenas fotos.

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  2. Manolo!! Enhorabuena por tu articulo!! !
    Tu descripción y perdona por la comparación es propia de Rodríguez de la Fuente, también es sin discusión, propia de Manolo Ambou.
    Pasión, amor y respeto a la naturaleza.
    Siempre has sido un referente para mi.
    Gracias por compartir tu Pasión y tu trabajo.

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  3. Acordaros de poner vuestro nombre. Gracias.

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  4. Enhorabuena por la captura y gracias por darnos la oportunidad de "saborear" tan especial y bonita ave.
    Un saludo.

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