martes, 8 de septiembre de 2020

ESCAPADAS ASTRONÓMICAS 2ª




EL COMETA NEOWISW

Hay momentos, especialmente en verano, cuando los cielos se oscurecen con la luna nueva, en aquellos lugares alejados de la contaminación lumínica, donde las estrellas muestran su presencia, aveces olvidada. Allí apreciamos la Vía Láctea desde el horizonte sur (200º), pasando cerca del cenit sobre nuestras cabezas hacia el norte a nuestra espalda. Es nuestra galaxia, donde vivimos, con cierta casualidad.
Es impresionante ver el centro galáctico brillando con más intensidad hacia el Sur, a unos 200º que irán cambiando con el movimiento de las estrellas en un baile celeste alrededor del eje ecuatorial que mira hacia esa estrella última en la cola de la Osa Menor, la estrella Polar. Es un movimiento aparente en círculo de todas ellas a la vez, provocado por nuestra rotación, la rotación de la Tierra, de este Planeta Azul situado casi en un extremo de la galaxia que nos acoge.

Estas noches despejadas nos ofrecían la oportunidad de admirar este cielo estrellado, que lo tenemos sobre nuestras cabezas diariamente, y que la mayoría no podemos observar en nuestro lugar de residencia ciudadana, así que por ello salimos entusiasmados, en busca de uno de los lugares con mejor cielo de nuestra península, con la luminosidad estelar sorprendentemente semejante al desierto de Atacama, en la Serranía Valenciana, Aras de los Olmos.



Aquella primera noche perseguíamos al cometa Neowisw, aprovechando su proximidad a la Tierra en su fugaz visita, pero excepcionalmente, soplaba vientos del este y curiosamente se nos fue nublando por momentos el cielo, antes que llegara la noche.
Había que resolver el problema y nuestro gran amigo Juanma; un grandísimo y reconocido aficionado astrónomo, avía contactado con un colega agente forestal de Landete, en la vecina Cuenca, que nos comunicó el estado del cielo en aquella zona.
— Estrellado —
Sin pérdida de tiempo, pues ya se acercaba las once de la noche, salimos disparados hacia aquel lugar privilegiado de esa noche, antes que el cometa se ocultara tras el horizonte, debido a la rotación imparable del firmamento.



Este grupo de astrónomos, si me permitís que me incluya, estaba formado mor mi buen amigo fotógrafo de naturaleza Antonio Vela, Juanma y su también aficionada compañera catalina.
Conforme nos alejábamos desesperados de el cielo cubierto, mirando por las ventanillas del vehículo la aparición de estrellas.
Casi alcanzábamos Manzaneruela, cuando descubrimos el cielo completamente despejado, así, que sin pérdida de tiempo, abandonamos la carretera  por un aparente camino que disponía de un claro, y tras aparcar, vaciamos el coche de todos los equipos astronómicos y fotográficos, para observar y plasmar aquel evento singular.

Sí, allí estaba el cometa, sobre la luz de contaminación lumínica que desprendía la ciudad de Teruel, tras las montañas, lo llegábamos a apreciar a simple vista, por poco.

Ahora las cámaras no cesaban de sacar exposiciones fotográficas al cometa que se dirigía en picado hacia el horizonte, con la esperanza de, en alguna, poder ver reflejado su doble cola.

Era la una de la madrugada cuando regresando a Aras de los Olmos, ya a solo unos centenares de metros de la población, Juanma detiene el coche, quita las luces y saca un extraño aparato por la ventanilla dirigiéndolo al cenit.
Veis, 21,8 , una luminosidad celeste como en el desierto de Atacama
Antonio y yo nos quedamos perplejos.
¿Quieres decir que la limpieza del cielo es igual que en aquel desierto?— Le pregunté asombrado.

— Me contestó orgulloso.
— Aquí disponemos de una luminosidad celeste mejor que incluso allí, en mitad de aquel territorio americano sin contaminación alguna 
¿Y como es posible? — Le volví a preguntar.
Atacama el cielo está algo contaminado por la propia Vía Láctea, al encontrarse más cenit en el cielo y por ello deslumbra un poco más, algo así como si hubiera algo de Luna. Ese es el motivo por el cual llegamos a tener valores superiores aquí.
No salía aun de mi asombro, y claro, más tarde le volví a consultar con que aparato había medido el firmamento.
Se trataba de un sensor llamado “Sky Quality Meter, más conocido entre los astrónomos como SQM, que registra la magnitud por segundo de arco al cuadrado (mag/arcsec^2) es una medida logarítmica.

Juanma me contó, que en Atacama se medían valores de 21.0 a 21.6 y que el en Aras de los Olmos había llegado a registrar 21.9 , algo superior que en aquel lejano desierto.

Ahora comprendía la construcción de observatorios en la zona, tanto en el pico del Remedio como en lo alto del pico del Buitre ya en Teruel, Junto al de Javalambre.


Fotografías: Antonio Vela  y el autor.


Manolo Ambou Terrádez



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