A lo largo de mi vida, repleta de aventuras,
conocí a un personaje muy especial, quizás un poco tarde.
Carlos Durán era inquieto como yo,
polémico para muchos, pero con el que me sentía seguro para abordar cualquier
andanza, por arriesgada que fuera, pues nuestras ondas coincidían.
Teníamos la misma forma de encauzar nuestros
proyectos y nos complementábamos en conocimientos, con resultados, algunas
veces arriesgados, pero siempre exitosos, que nos llenaron de orgullo.
Nos gustaba la aventura COMPLETA. Si
completa con mayúsculas, y podíamos hacerlo; me explico.
Cuando decidíamos descender por un río con
cayac, nosotros nos fabricamos las embarcaciones, remos y chalecos.
Cuando deseamos navegar en windsurf a vela
por el Mediterráneo, al inicio de este deporte, comenzábamos la aventura
construyéndonoslos de fibra de vidrio y poliéster.
De igual forma, si hubiéramos proyectado dar
la vuelta al Mundo en velero, lo hubiéramos resuelto, pues entre los dos disponíamos de suficientes
conocimientos y habilidades para lograrlo. Eso si, nos faltaba el dinero.
Esa era su filosofía y la mía, claro, por
eso lo del tándem.
Capaz con todo aquello que se le ponía por
delante.
Buen atleta, de pensamiento rápido, muy
calculador, excelentes reflejos y de gustos arriesgados pero siempre muy bien estudiados.
Por ello, ninguno de los que lo tratábamos, hemos llegado a asimilar su fatal
accidente en su conocidísima toma de tierra.
CARLANGAS
Para los que lo conocíais solo como “EL
CAPI” en Castejón de Sos, os diré que tenía otro alias en su tierra, Valencia,
donde se le conocía como “CARLANGAS”.
También era muy aficionado al ciclismo y por
ello llegó a construirse los cuadros y cascos de fibra de carbono, que luego decoraba con geniales pinturas, como buen artista que era.
Yo tuve el honor de enseñarle una de sus
grandes aficiones, el esquí alpino. Fue
el mejor alumno que pasó por mis manos en mi largo periplo como profesor (40 años).
En solo dos años alcanzó mi nivel y conseguí así que entrara en la Escuela
Española al tercer año de su inicio. Disponía de una capacidad extraordinaria para comprender y desarrollar toda su compleja técnica.
Así que me ayudó a formar la escuela
de club más grande que pudimos ver en las estaciones de
los Alpes. El Club Esquí Valencia, llegó a alcanzar los 53 monitores
activos. El éxito fue total.
Pero yo le debo la ayuda, solución y
colaboración, en los años ochenta, en uno de mis proyectos más complejos y
delicados, al pretender estudiar, por
primera vez, a unas águilas perdicera "CITA EN LA ROCA", montando un hide (escondite) a solo 7 m
de su nido, sin molestia para las rapaces, que causó gran sorpresa y
admiración en este mundo de la fotografía de naturaleza.
HOMENAJE
El sábado 29 de Agosto, en el aniversario de
su muerte, su familia, sus amigos y conocidos le rendimos un homenaje,
colocando una placa con su “alias” para su recuerdo sobre la fuente que él mismo
descubrió, allí arriba, a 2300 metros, junto a Liri, uno de los puntos de
despegue de los parapentes, sobre aquel extraordinario y
agraciado lugar de vuelo, muy cerca de la cumbre del Gallinero.
Quim se prepara para saltar con las cenizas del Capi, su compañero de vuelos. |
Su gran amigo Quim, con el parapente del
“Capi”, partió el primero al vacío, seguido de un buen grupo de compañeros,
ante el aplauso de los demás. Portaban sus cenizas para lanzarlas al viento,
donde él siempre volaba.
En unos minutos el cielo se llenó de color.
Quim
lanzó las cenizas y pronto subieron con aquellas térmicas que tantas veces lo elevaron,
por aquel magnífico paisaje. Fue muy emotivo.
Tomás y Quim, dos de sus buenos amigos, me
contaban más tarde, que él no necesitaba despegar desde tan alto. Acostumbraba
a partir de niveles inferiores y pronto ascendía para unirse con los demás. Era un excelente piloto.
A pesar de su carácter fuerte y polémico,
siempre nos respetamos mutuamente.
Siento,
que por circunstancias, no me haya podido enseñar a volar como las águilas,
como todas esas rapaces que he observado tantos años de mi vida con gran
admiración, muerto de envidia.
Jamás lo olvidaré. ¡FELIZ VUELO!
Fotos y vídeo de Paco Someso y del autor.
Manolo Ambou Terrádez
Una entrada muy emotiva.
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