Era Julio de 1965 cuando tras alcanzar la cumbre del Cilindro (3328 m) nos disponíamos a subir la Torre de Marboré (3017 m), uno de ese conjunto de tres miles que forman el sistema de Monte Perdido.
La niebla nos envolvía y cuando desaparecía bruscamente a nuestro lado
sentíamos parecíamos caer al profundo abismo del Circo de Gabarnie mil metros más a bajo.
La llegada a la cumbre fue espectacular, nuestras siluetas quedaron
proyectadas a lo lejos sobre la inestable niebla, como si fuéramos gigantes
rodeados por un círculo iris; quedamos sorprendidos ante semejante espectáculo.
Era un meteoro que jamás habíamos visto, el espectro de Brocken.
Pronto reaccioné y sin dudarlo realicé una toma de varios segundos con el tomavistas
de super 8 mm que un buen amigo nuestro, Paco Fervenza, nos había prestado.
Descansando junto a las piedras desnudas de la cumbre, protegidos en parte
del viento, intentamos razonar por que se formaba este fenómeno tan singular.
El mar de nubes cubría el profundo valle de Gabarnie a nuestros pies hasta
el horizonte y todo paisaje que no se elevara sobre los 3000 metros.
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En la cumbre de la Torre de Marboré. De izquierda a derecha: Luis Tuset, J.María. Valero, Manolo Ambou y Paco Perez Moragón |
Nos felicitamos por haber tenido la suerte de contemplar y filmar aquella
interesante aparición y muy contentos regresamos al refugio de Goriz sobre el
Parque Nacional de Ordesa.
A nuestro regreso busqué en los libros de montaña de la Biblioteca Pública,
en la del Centro Excursionista de Valencia y especializadas librerías relatos
que se refirieran a este original espectro, pero solo encontré ligeras
descripciones e ilustraciones todas ellas con clásicos dibujos a plumilla,
especialmente en los relatos de las primeras conquistas alpinas, en el
nacimiento del alpinismo.
Pasaron mis años de montaña y nunca tuve la suerte de encontrarme
nuevamente con este hermoso espectro.
Eran los años setenta cuando estando realizando un curso de Patrón de
Cabotaje, el profesor de Meteorología, un avezado marino, hizo un repaso por
los meteoros: Aurora boreal, Fuego de Santelmo, Arco Iris …. , poco a poco los
fue describiendo, dado que en sus numerosas navegaciones por todo el Mundo
había tenido oportunidad de contemplarlos, y con sumo detalle nos los fue
describiendo, pero con solo uno de ellos confesó que no había tenido la
oportunidad de verlo, se trataba del espectro de Brocken.
Acto seguido levanté el brazo y con sumo interés me hizo salir al estrado
para que explicara mi experiencia y el motivo por el cual se producía y donde.
Así lo hice y todos quedaron muy interesados por mi descripción, pero
cuando le conté que había podido filmarlo, se interesó enormemente.
Me comentó que él aun no había encontrado ninguna publicación fotográfica
de este espectro y menos en color, que solo había encontrado dibujos antiguos a
plumilla y que sería muy interesante ver aquellas imágenes que conseguí grabar
en el Pirineo; aun no existía Internet.
Inmediatamente, cuando regresé a casa, busqué la película, pero no la
encontré. También faltaban los rollos de dos reportajes más de casi treinta
minutos que había realizado, con un alto costo económico para mí. Por más que los busque no aparecieron. Pregunté a los amigos y al
Centro Excursionista de Valencia, donde los proyecté por última vez, pero nada,
habían desaparecido. Nunca lo entendí.
Alertado por su interés, desde aquel momento me dediqué a buscar imágenes
fotográficas sobre el tema en todas las bibliotecas con libros de montaña y
meteorología sin ningún resultado positivo.
Habían pasado algunos años cuando me encontraba esquiando en Sierra Nevada.
Como los compañeros no tenían mi nivel y ya había esquiado medio día con ellos, decidí hacer un descenso en solitario
desde el Veleta (3395 m) a mi aire, para disfrutar así buscando las mejores
nieves.
Entonces el teleférico de cabinas llegaba muy cerca de la cumbre,
posiblemente a unos 50 m de ella. Aprovechando aquella cómoda aproximación, y
tras dejar clavados los equies a la salida del remonte, ascendí sin ellos hasta
la cumbre, donde me guardaba una sorpresa.
A mi derecha tenía el Mulhacén (3478 m) y la Alcazaba (3371 m) y ante mí un
enorme mar de nubes, que como una gran pantalla mostraba mi silueta gigantesca
dentro de aquel fantástico circulo de gloria. Nuevamente lo tenía ante mí.
Instintivamente mi mano derecha buscó ávidamente en el bolsillo izquierdo
del anorak la mini cámara “Rollei 35T” de alta calidad que acostumbraba a
llevar a todas partes, desde hacía ya muchos años, pero no estaba.
¿Cómo era posible si siempre la llevaba encima?
Seguramente me la había dejado en el hotel involuntariamente por primera
vez, y la Ley de Murphy me había pillado nuevamente en aquel momento tan inoportuno, que suele perseguirnos muy a menudo a los sufridos fotógrafos como yo.
Cuando aún gritaba de rabia descubrí a un amigo que salía en ese momento
del remonte y le voceé nervioso.
--¡Vicente!
-- ¿Llevas la mini cámara Nikon? Pronto me contestó Vicente Barberá.
-- ¡Si que la llevo, y con diapositivas!
-- ¡Mejor!
Bajé la fuerte pendiente asta él como si fuera un rebeco, a saltos, y arrebatándole la cámara sin
darle explicación alguna subí corriendo desesperado. Parecía que se me salía el
corazón por la boca. Cuando llegue nuevamente a la cumbre seguía el espectro
agasajando mi silueta. Abrí las piernas y brazos para que se humanizara mi
silueta y disparé la cámara repetidas veces; esta vez no se me debía escapar. Pero
Murphy no había terminado.
Ahora ya mas relajado y contento bajé hasta mi amigo para devolverle la
cámara y le conté de que iban aquellas carreras, me felicitó y descendimos
juntos con estupendos virajes aquella suave y larga pista roja, en lo más alto
de la Península en Sierra nevada.
Cuando Vicente reveló el carrete me llamó para ver las diapositivas. Pronto
acudí impaciente a su casa, pero otra vez me esperaba el dichoso Murphy.
Las diapositivas eran de MEDIO PASO. Una opción que tenía aquella cámara
para sacar el doble de fotos con un carrete, pero por ello quedando a su mitad
de calidad.
Quedé rendido a mi mala suerte y esperé muchos años, hasta hoy mismo, con la esperanza de toparme nuevamente con el espectro.
Muy posteriormente el “Nationa Geographic“ publicó las primeras fotografías
que yo vi en color. Lastima que la mía no tuviera la calidad normal, por que
hubiera sido publicada con mucha antelación.
Hoy día en Internet disponemos de múltiples imágenes, donde podemos apreciar este fenómeno, pero vivirlo en directo produce una satisfacción inolvidable.
Hoy día en Internet disponemos de múltiples imágenes, donde podemos apreciar este fenómeno, pero vivirlo en directo produce una satisfacción inolvidable.
Que podáis verlo y SUERTE, que ahora con las digitales lo tenéis mucho más fácil.
Fotos y dibujo del autor.
Fotos y dibujo del autor.
Manolo Ambou Terràdez
Una maravilla de relato y la experiencia magnífica.
ResponderEliminarComo siempre bebiendo de tus conocimientos.
Muchas gracias.
Un abrazo Manolo.
No lo llames mala suerte: no fuiste tan afortunado como para poder mostrar dichas fotos, pero si tanto como para vivir esos momentos. Como suele decirse, "menos da una piedra y encima hace daño".
ResponderEliminarManolo, no dejas de sorprenderme con tus relatos y vivencias, tengo que reconocer que me das una envidia sana, de mayor quiero ser como tú. Un saludo y que puedas vivir muchas nuevas "aventuras", espero ansioso tu libro.
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