martes, 29 de agosto de 2023

CHOTACABRAS, SU VIDA ÍNTIMA EN EL NIDO



Un relato en mi trabajo de campo


Observar las costumbres de ciertas especies, especialmente cuando son nocturnas, es muy complicado.

Este año, mi gran amigo Vicente, agricultor de pro en Pedralba, me descubrió un chotacabras pardo (Caprimulgus ruficollis), incubando en uno de sus campos. 

Una vez me informó del lugar y tras agradecérselo, salí al punto de ubicación. Era un campo de caquis adultos. Bajo la fronda del octavo árbol de la segunda fila, debía encontrar esta ave de extraordinario mimetismo. Me asombra en demasía esta habilidad. 


Con movimientos suaves me aproximé al caqui indicado. 


Repasé minuciosamente el lugar con los prismáticos. Aunque estaba a solo seis metros de donde debía estar instalado el ave, no lo encontraba. 

Nuevamente reviso la zona con toda la paciencia del mundo. Unos caquis caídos, unas plantitas, unas piedras pequeñas, unas ramitas secas, un trozo de caña, otra rama más gorda… Un momento, eso no era una rama de leña. Era el chotacabras. No pude reprimir mi asombro una vez más.


— ¡Caray! 


Llevaba más de cinco minutos observando aquel trozo de terreno, una y otra vez, sin descubrirlo. Impresionante. Estaba incubando apoyado en su extraordinaria librea. Tenía los ojos casi cerrados para que el brillo de la vida no delatara su presencia ante cualquier ser vivo.


Son reyes del camuflaje: búscalo.

Instalé el trípode y tras sacar a distancia varias fotos, me despedí de la futura madre (o padre). Son los reyes del camuflaje.


Con gran alegría comunique el hallazgo a mis dos buenos amigos y compañeros de fotografía, Carlos Oltra y Antonio Vela, que inmediatamente se interesaron por el descubrimiento. Pocos fotógrafos de naturaleza tienen la inmensa suerte de fotografiar este complicado ejemplar.


Al cabo de pocos días, vinieron a fotografiarlo. Una vez localizado, su inmovilidad y tolerancia a ser contemplado a pocos metros, facilita mucho la tarea. Nos movíamos siempre con extrema suavidad y sin mostrar nuestra faz de depredadores.

Realizamos repetidas fotos para asegurarnos del enfoque y poco después abandonamos el lugar comentando el asombroso mimetismo del ave.








La cámara muestra con detalle al ave.


Atardecer del 14 de junio


Como yo siempre deseo aprender algo más y faltándome tantos detalles de esta especie crepuscular y nocturna, decidí instalar una cámara trampa para observar mediante infrarrojos su actividad por la noche.

Estaba claro que el ave saldría a cazar insectos nada más cayeran los rayos del sol y entrara la noche. Durante esa breve franja, la mayoría de insectos voladores se activan.


Mis dudas eran:

  • ¿Habría colaboración por parte de la pareja en los turnos para la incubación o estos animales se independizan en la procreación? 

Y si esto existía:

  • ¿cómo narices íbamos a distinguir el macho de la hembra, si aparentemente son iguales? 

Me dije a mi mismo: 

  • Tendré que aprender los pequeños detalles de su diferencia sexual…



La cámara trampa la observará por la noche.


Madrugada del 15 de julio


A la madrugada siguiente fui con sumo cuidado a retirar la cámara. En el ordenador estudiaría las imágenes captadas. En las tomas en que aún había luz solar se podían apreciar los ojos redondos y grandes, completamente abiertos, del ave nocturna.


En la noche del 21 de julio


Habían pasado diecinueve días desde nuestro descubrimiento. En las tomas nocturnas de infrarrojos de la madrugada (a las 4h 48´, cuando la madre se había ido seguramente a cazar), aprecié un pequeño pollito cubierto de plumón que movía su pesada cabeza junto a la cáscara que segundos antes lo había envuelto: terminaba de eclosionar. Me recordaba a los pollos de las águilas perdiceras que tantas veces había contemplado en directo.

Su indefensión emocionaba. Pocos minutos después, a las 4h 50´ regresaba el ave con las alas levantadas. Se posó sobre la cría con extraordinaria delicadeza, acogiéndola entre las mullidas plumas de su vientre.


Ha nacido. Delante del huevo esta su cabeza.

Seguramente esta nueva noche eclosionaría el segundo huevo— pensé. 


Pero estaba equivocado, solo había puesto uno. La luz infrarroja (en blanco y negro), seguramente me confundió un pequeño caqui caído o una simple, pero redonda piedra, con otro huevo.

A la caída de la tarde volví a instalar la cámara.




Perfectamente acoplado al entorno.


Mañana del 22 de julio


Era aún muy temprano cuando regresé al lugar dispuesto a retirar la cámara trampa en su vigilancia. Permitid que os recuerde que la máquina se activa cuando se produce algún movimiento dentro del campo de toma.

Cuando desciendo al campo de caquis, en una acumulación de hojas secas formada por el viento (húmedas aún por la ligera lluvia de esa noche), junto a la valla del margen contiguo, aprecio que está recientemente revuelta por algún jabalí.

Pronto me invade una terrible pensamiento: temo que estos animales de extraordinario olfato puedan haber descubierto la nidada del chotacabras. Sin detenerme prosigo mi aproximación decidido a enterarme de lo sucedido.


Inmóvil, impasible, me observa.


De repente, a solo cuatro metros de mí, entre los árboles, descubro un enorme jabalí de unos cien quilos que escapa de mi presencia sin muchas ganas.

— ¡Fuera, fuera! — le grito enfadado y sin reparar el peligro que aquella acción podría conllevar.

Desapareció por el fondo del cultivo sin acelerar apenas el paso o dicho de otra manera escapó de mi presencia sin muchas ganas.

 

  • Claro, como siempre, la ley de Murphy se cumple y te ha pillado sin cámara ni siquiera la del móvil- me dije a mi mismo.


Asustado por los acontecimientos me acerqué a la ligera excavación del supuesto nido, ya que esta ave no realiza ninguna aportación para su puesta, y descubrí, tras la caña junto a la que solía estar, que el espacio estaba vacío, ni el ave, ni restos de huevos, ni de pollo alguno.


Una sensación de impotencia me envolvió, pero cuando me agacho para retirar el trípode con la cámara, sorprendentemente salta el ave de debajo de mi pecho:


Perdón, perdón, perdón — exclamo aturdido por mi descontrolada acción mientras me retiro sin dirigir la mirada hacia el lugar.


Sentía vergüenza por mi metedura de pata y al mismo tiempo alegría al comprobar que aquel “nido” no había sido descubierto por el o los jabalíes. 

Sin atreverme a mirar hacia atrás me alejé con la incerteza de saber si seguiría allí cuándo regresara por la tarde para instalar nuevamente la cámara.


El pollo deambula por la zona muy frecuentemente.


Rápidamente e impaciente, al regresar a casa miré lo que había registrado la cámara esa noche. 

Por lo que pude apreciar (esta vez mejor), es que solamente estaba el pollo y no vi un segundo huevo. Que pena.

Durante una de las idas y venidas del ave, el pollo decidió cambiarse de zona, desplazándose dos palmos a la derecha, saliendo del campo de visión de la cámara.


— ¡Caramba! ¿Y ahora, qué? — exclamé. 


Pero algo sucedió ciertamente interesante.


Estudiando las tomas, en una de ellas, observé el regreso del ave en su cacería, que aterrizó junto al descampado donde había dejado al pollito, pero no estaba. Miró en varias direcciones y claramente a ella también le costó varios segundos encontrarlo. Su descendencia también hacía gala del camuflaje que los caracteriza. 


Me eché a reír.


Tarde del 22 julio


Estoy impaciente esperando regresar para comprobar si han cambiado el pollo de sitio, cosa que hacen si sospechan que ha sido descubierto: quizá hubiera sido el final de mis observaciones con ese “nido”. Es enorme la dificultad que supone encontrarlos nuevamente.

Pero he tenido suerte. Nuestra ave sigue en el mismo espacio.

Instalo nuevamente la cámara algo más alejada y marcho esperanzado con las nuevas tomas que debería sacar esa noche.


Madrugada 23 julio


Cuando regreso para retirar la cámara vuelvo a inquietarme. Junto al montón de hojas donde tuve mi anterior encuentro con el jabalí, descubro excrementos recientes de este animal.  Me aproximo intrigado donde estaba el chotacabras: sigue impertérrito en la misma postura y lugar palmo arriba palmo abajo. 

Retiro la cámara y marcho muy interesado en contemplar lo que sucedió esa noche.


No ha habido suerte. Aunque he podido apreciar varias cebas y escenas de protección correctamente, observo que otra vez se ha desplazado algo más hacia la cámara y la visión ha quedado demasiado ajustada a la parte inferior. 


He podido apreciar varias cebas.

Aún no sé diferenciar el macho de la hembra. Tengo que distinguir las dos plumas caudales (con manchas blancas más difusas en la hembra), pero es algo difícil con los infrarrojos bicolor. 

Sí he visto en varias ocasiones la forma de alimentar al pequeño. Parece que los progenitores le dan una especie de papilla que atrapa de la punta del pico. El proceso dura unos veinte segundos y seguidamente se introduce entre las protectoras plumas del pecho de su cuidador.


Tarde del 23 julio


Nuevamente dejo la cámara montada sobre un pequeño trípode, pero esta vez algo más alejada. Debo evitar que, aunque se desplacen, se salgan del área de filmación.


Madrugada día 24 julio


He visto las nuevas tomas y ya sé distinguir el género de los adultos por unas manchas blancas que tienen en dos de las plumas caudales más extremas: en la hembra son más pequeñas y difusas. Así que he podido confirmar que, tanto durante la incubación como luego en las cebas, ambos se turnan.

A destacar que las ausencias son tan abundantes como breves: de solo algún minuto.

He leído que, al cabo de dieciséis o diecisiete días, el pollo ya estará plumado y que a los treinta y dos, se independizará.


Los ojos son grandes adaptados a la oscuridad.


Madrugada 29 julio


A pesar de que separé mucho más la cámara del lugar habitual de estas miméticas aves, la costumbre nidífuga del pequeño lo sacaba del campo de toma de la cámara. Pero he podido observar la evolución del pollo. 

Le han crecido las incipientes alas y ahora corretea moviéndolas con cierta soltura. Siguen las cebas y la protección en el pecho de sus progenitores.



Madrugada del 3 agosto


Quiero poner la cámara, pero el chotacabras no está. No sé si se ha cambiado de lugar por iniciativa propia o por la aparición de algún depredador. Me siento confuso y apenado. Reviso varios árboles cercanos y de pronto lo encuentro. Solamente se había alejado un par de árboles.


—¡Uf, que suerte tengo! —


Instalo la cámara y me marcho muy contento.


Madrugada del 4 de agosto


Retiro la cámara, tampoco se encuentra allí.

Creo que el pollo deambula mucho y probablemente este sea el motivo de la ausencia.

Comienzo una búsqueda exhaustiva. Al rato lo encuentro: detecto un aspecto extraño… Lo localizo a seis árboles más al sur, pero en la misma línea.

Lo miro de reojo e instalo nuevamente la cámara y saco unas fotos con el teleobjetivo.


  • Claro, la extraña forma la compone la madre con el pollo- deduzco.


Ahora el ave tenía una extraña forma.


Se ha hecho más grande y ya no se refugia bajo de ella, está a su lado, completamente pegado a su costado derecho.


Los dos hacen gala de su mimetismo con los ojos casi cerrados. Al pollo le han crecido las plumas y queda camuflado con ella y con el terreno.


—¡Impresionante! —digo para mí, lleno de asombro.


Esta tarde regreso para instalar nuevamente la cámara, que se había quedado con las pilas muy desgastadas. Espero encontrarlos.

Allí siguen en el mismo lugar, junto a un tubo de riego por goteo.

El pollo se ha debido mover un poco, porque ahora están separados por un fruto caído de caqui.

Está claro que el pequeño tiene necesidad de moverse, y ahora, ya plumado me temo que no tardará en iniciar los primeros vuelos nocturnos, como sus padres.


Fijaos que pronto imita a su madre entornando sus ojo, por donde se aprecia la vida.


Busco el ángulo más adecuado para las tomas de vídeo por infrarrojos.  Elimino algunas hierbas que con el viento pudieran balancearse y activar el sensor de movimiento. Luego con sumo cuidado, muy lentamente, me alejo de estas miméticas aves que vigilan con los ojos entrecerrados.

Temo que, a mi pesar, muy pronto dejaré de verlos y se terminarán las observaciones,


La noche es algo más fresca, el aire está muy agradable, pues hemos tenido un considerable descenso de temperatura en esta canícula exagerada del verano.

Mi aproximación entre los árboles al lugar último donde encontré a estas aves la realizo siguiendo el mismo recorrido. También llevo siempre idéntica indumentaria, que es con la que se han acostumbrado a verme. Así evito asustarlas.


Pero esta vez tampoco están ante la cámara. Minuciosamente reviso los árboles próximos. No los veo. Decido mirar en todas las filas de aquella plantación de caquis, pero sin resultado positivo. 

Lo que aprecio son muchos excrementos y excavaciones de los jabalíes en las zonas húmedas de los goteos. Los hay por todas partes. Parece ser que la han tomado con aquel cultivo en busca de lombrices o de cualquier animal que echarse a la boca. 


—¿Habrán tenido un encuentro con estas aves? ¿Les habrá dado tiempo de escapar volando con sus vuelos repentinos, como alguna vez he podido observar al descubrirlos muy de cerca? 


Espero que haya sido así y hayan podido escapar de estos extraordinarios depredadores que no desechan ningún alimento.


Marcho al coche donde tengo el ordenador y reviso lo que pueda haber grabado la cámara, pero solo hay dos tomas: una cuando la instalé ante ellos, aun de día, y otra de noche, donde no aparecen los chotacabras y sí, a la derecha, la pata de un jabalí.


De esta forma intrigante termina mi trabajo de campo. Conservo la esperanza que ahora tengamos un nuevo mimético. Un crepuscular y nocturno chotacabras volando por nuestros campos, capturando con gran eficacia numerosos insectos, también nocturnos, cantando en la oscuridad de las noches.



Chorrak charrak charrak


Fotos del autor.


Manolo Ambou Terrádez


18 comentarios:

  1. Hola Manolo.
    En primer lugar felicitarte por tu 78 cumple, seguido decirte que el regalo me lo has hecho tú a mí, pues es probablemente el mejor artículo de todos los tuyos que he leído.
    Espero poder hacerte una visita algún día ...de esta vida.
    Un abrazo

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    1. Bueno: cada artículo es un momento de mi vida y tiene su color. Gracias Angel y ya estás tardando, no te descuides.

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  2. Me ha gustado mucho, mucho este artículo.

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  3. Como ves, cada especie de nuestra extraordinaria fauna tiene su dificultad de observarla, esta es la .........

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  4. Enhorabuena por el blog y por el cumpleaños¡¡ Saludos a Carlos Oltra, le tengo perdida la pista...

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  5. Felicidades por tu cumpleaños y salut.
    El trabajo de seguimiento de campo extraordinario, así como el artículo, también extraordinario.Deduzco que lo han disfrutado y que ganas le tenías a esta ave, muy difícil de ver y mas de fotografiar, un abrazo desde Morella.

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    1. Gracias Vicente: Si, llevaba ya varios años queriendolo fotografiar con la digital.

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  6. Felicidades Sr. Ambou,
    Por el cumple y por el artículo, tan precioso como interesante.
    Mi experiencia con este ave: casi piso uno en el suelo del Carraixet, voló para aterrizar no mas de 15 metros de donde estaba pero cuando fui hacía el, dejando la distancia para no volver a levantar su vuelo, no pude ya encontrarlo...
    Salud.

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  7. Gracias Jovi: Si, como te descuides desaparecen.

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  8. Felicidades por tu cumple.
    El artículo me ha parecido fantástico.
    Siempre nos enseñas cosas muy interesantes
    Gracias por vuestro esfuerzo

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    1. Gracias. No se quien eres. Tienes la opción de poner tu nombre al final del comentario.

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  9. Compañero feliz cumpleaños un abrazo y muy buen reportaje un abrazo

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    1. Como puedes apreciar no se quien eres. Puedes resolverlo poniendo tu ombre al final del comentario. Gracias.

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  10. Herminio Martinez Muñiz30 de agosto de 2023, 15:01

    Felicidades Manolo por tu cumple y por el artículo. Hace más de cuarenta años tuve mi primer encuentro fotográfico con los chotacabras pero ni en ese momento ni en posteriores ocasiones los he seguido como tú has hecho ahora. Enhorabuena y un fuerte abrazo.

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  11. Muchas gracias Herminio: Tu si que sabes de estas materias. Siempre serás mi maestro. Un fuerte abrazo.

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  12. el mejor artículo que hayas hecho. enhorabuena y gracias

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  13. ¡Caramba! Me sorprende. Gracias. Un abrazo.

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