miércoles, 13 de septiembre de 2023

ESQUIADORES VALENCIANOS


UNA NUEVA ESTACIÓN DE ESQUÍ


¿Cómo podríamos pensar que un deporte invernal pudiera aficionar a tantos y tantas valencianas del mediterráneo? 


Os lo cuento.


Eran los años sesenta cuando mi afición por los deportes de montaña se había despertado poderosamente. El contacto con la nieve me atraía de forma singular, quizá por estar al extremo del que, por ubicación geográfica, hubiera sido lo lógico. Valencia está junto al mar.


Como habitantes del Mediterráneo deberíamos habernos aficionado a los deportes náuticos de vela, pero la dificultad económica de varar una embarcación (por pequeña que fuera), y habitar en edificios sin espacios particulares para ello, provocó, deportivamente, darle la espalda al mar. 


Incomprensible.


El uso del automóvil particular aún no había llegado para la mayoría de ciudadanos. Viajar dependía de los autobuses de línea o de los ferrocarriles.


Contrariamente a la creencia popular de los españoles y de los propios valencianos, la Comunidad Valenciana es un territorio muy montañoso, ello conlleva una diferencia climática muy grande, que en las zonas altas genera nivaciones singulares. La mayoría de la población de la época desconocía este fenómeno. 


Y siendo este el contexto, entremos en materia.


José maría Valero, Manuel Ambou, Manuel Grau en el Javalambre buscan laderas para poder practicar el esquí en 1964.

Era puro invierno. El tren de Aragón nos había dejado en la estación de Valverde. El convoy, equipado con dos potentes máquinas y una enorme cuña delantera, había luchado heroicamente contra los ventisqueros de la vía, que en los llanos de Barracas eran como trincheras


Calzados los esquís y con las mochilas en la espalda, marchábamos por la nevada carretera que nos llevaría a Camarena de la Sierra, al pie del pico de Javalambre, vecina montaña aragonesa, de 2.020 m, a tan solo 100 km de la costa.


Mientras ascendíamos por las pistas trazadas en la Guerra Civil (que nos guiarían hasta la cumbre), buscábamos en sus laderas nevadas las pendientes que nos permitirían deslizarnos. 


Faltando poco para hacer cumbre encontramos la pendiente deseada. Allí pasábamos horas y horas (ascendiendo con los esquís en cuña o en escalera),  aquellos 300 m que luego bajaríamos en pocos segundos realizando  algunos giros, pero así era nuestro ansiado deporte. Por supuesto estábamos en forma. ¡Menos mal!


Ascenso en cuña.

Desde hacía varios años, el Centro Excursionista de Valencia, por medio del valenciano Toni Martí Mateo, profesor de esquí de la estación aragonesa de Formigal, impartía cursos de esquí para sus socios. Yo participé en uno de ellos. Hice mis primeros pasos en este deporte tan técnico y complejo. Adquirí más seguridad y dominio de cara a futuras travesías y descensos.


Aquello se repitió temporada tras temporada. El valenciano de la costa no perdió la ilusión por este original deporte.


Toni Martí Mateo enseñándonos en Javalambre durante el
 III curso del Centro Excursionista de Valencia enero de 1965.


Y llegamos a la época y edad para comenzar a disponer de sencillos vehículos, como el Citroën 2CV, que nos permitiría el ascenso hasta aquella ladera del Javalambre. Mi gran amigo Paco Fervenza era muy hábil conduciendo. Ahora era más cómodo y seguro (habíamos llegado a subir José María Valero y yo con su moto Guzzi, con unos esquís cortos entre las piernas que habíamos fabricado nosotros mismos).


Paco y yo estábamos dándole vueltas a construir un sencillo remonte con el motor de un Volkswagen a fin de ascender sin esfuerzo y con frecuencia.  Avanzaríamos más rápidamente en el aprendizaje técnico. 


Un día de primavera subimos a nuestra ladera habitual donde se conservaba más tiempo la nieve, pero no había suficiente. Era impracticable. Algo desilusionados pensamos aprovechar la jornada acercándonos a La Virgen de la Vega, donde unos camioneros madereros le habían dicho a Paco que allí se acumulaba mucha más nieve que en Javalambre. También nos lo había confirmado Ángel Tebar Peñaranda, compañero del Centro Excursionista de Valencia que, en aquellos montes, estuvo probando los trineos fabricados para la primera expedición valenciana al Ártico, Groenlandia 1970. 


De aquel precioso valle ascendía una pista de tierra hacia el pueblecito de Valdelinares a 1645 m., el municipio más alto de España. Aquello prometía.


La mayor parte del recorrido la realizamos entre pinares, hasta que la nieve cubrió el camino. Dejamos el coche y seguimos andando hasta alcanzar la zona más alta donde la pista realizaba un giro de 90º a la izquierda. Ignorábamos la profundidad de nieve que teníamos bajo nuestros pies: ¡3m y medio! Llaneamos como medio kilómetro hasta un pinar con excelente pendiente que descendía hasta los pies de Valdelinares.


¡Estupendo! - exclamamos atónitos por aquella visión.


Aquel bosque de pino moro (Pinus uncinata), el más occidental de Europa, a pesar de lo avanzado de la temporada estaba todo cubierto de abundante nieve.


¡Paco, aquí hay un cortafuegos espectacular! --  grité emocionado a mi compañero, que andaba haciendo una cata para ver la profundidad. Llegó a medir más de 1 metro, algo extraordinario para tan entrada primavera.


La quitanieves turbo debía enfrentarse a ventisqueros
 de tres metros y medio de profundidad.

Aquello fue el detonante que provocó la creación de una Sociedad con amigos del Centro Excursionista de Valencia. Una de las primeras actuaciones fue comprar un viejo remonte portátil, que según Toni Martí Mateo lo estaban utilizando en Formigal para transportar material en las construcciones.


Aquella maquinaria la subimos con el Citroën 2CV. Junto al camino forestal, en lo alto del cortafuegos, colocamos la polea, y bajo, a 300 m, el motor. Un cable de ida y vuelta nos ascendía por aquella pendiente, ahora sin esfuerzo.


Este segundo remonte debía ser desenterrado todos los fines de semana, instalado en el cortafuegos.

No tardó en conocerse aquel avance. Pronto apareció gente de Teruel, de Castellón, Alicante y Valencia. Todo el mundo quería utilizarlo, así que decidimos crear una sociedad: ESKAM SL. para la explotación campos de nieve, que se creó oficialmente en 1971, con la colaboración y el beneplácito de compañeros turolenses. Así apareció la Estación de Invierno Sierra de Gúdar, muy original, pues el acceso se realizaba por la parte superior de la estación. Más tarde fue absorbida por ARAMÓN, ampliada y con acceso, también por su base, desde Valdelinares.


Presentación de la estación al ministro Alfredo Sánchez Bella por Francisco Fervenza y Tomás Rajadell en 1972.

Pronto se creó el complejo Virgen de la Vega, donde una constructora promovió numerosos apartamentos en el valle. Como necesitaban potenciar aquel movimiento de esquí, se asociaron con nosotros para invertir en remontes serios y demás instalaciones que acogieran aquel tsunami de curiosos y aficionados. Apareció ESKAM - VIRGEN DE LA VEGA.

El éxito fue tal, que en un solo día acudieron unos 500 autobuses y más de 5000 coches, algo inédito en cualquier estación de España.


Atasco en la carretera de acceso por la gran afluencia.


Inmediatamente y tras una concienzuda preparación, Ángel Tebar y yo conseguimos entrar a formar parte de la Escuela Española de Esquí.  Participábamos en los entrenamientos anuales de la entidad, (dirigidos por Eduardo Roldán y sus demostradores nacionales), y comenzamos a impartir clases a aquella multitud.

No tardamos en reforzar la plantilla de monitores de la Escuela. Y así se pasó en pocos años, de unos 16 esquiadores, a un gran grupo de aficionados. Poco después se creó la Federación Valenciana de Esquí, ante el asombro nacional.


Monitores de la Escuela Española de Esquí en Baqueira
unificando técnicas de enseñanza austriacas.


Primer cuadro de monitores de la Estación de Invierno Sierra de Gudar.

Al poco tiempo de haberse formado el Club de Esquí Valencia (1975), esta entidad me propuso la creación de una escuela de esquí vinculada al club. Acepté. Ayudado por dos grandes esquiadores: Carlos Durán (Carlanga), que lo formé partiendo de cero en solo tres años y Nicolás Gil (Nico), monitor en Andorra, creamos en unos años la escuela de club probablemente más grande de Europa. Como director técnico llegué a tener a mi cargo hasta 52 monitores.



Las estaciones españolas, caras y repletas de gente con enormes colas para tomar los remontes, pronto se nos hicieron pequeñas. Decidimos cambiarlas por las magníficas estaciones francesas y suizas. Sus extraordinarios complejos  llegaban a unirse en grupos de más de veinte estaciones: un auténtico mundo para el esquí.


Un pequeño grupo de socios del Club Esquí Valencia
en los Alpes franceses.



Monitores Club Esquí Valencia



En los Alpes ofrecíamos una estampa espectacular por nuestra ejemplar organización y comportamiento. Monitores,
perfectamente uniformados y numerosos cursillistas aprovechando su actividad pedagógica de forma excelente. Cientos de socios participaron en nuestros cursos y adquirieron un nivel de esquí envidiable, cosa que se reconoció en todas las estaciones donde acudimos.








En definitiva, el esfuerzo de todo este proyecto fue magnífico: de 16 esquiadores valencianos en 1960, se alcanzó la cifra de más de 25.000 en muy pocos años.



Un saludo entrañable para todos mis alumnos.


Fotografías del autor.


Manolo Ambou Terrádez

20 comentarios:

  1. Bueno. Creo que era interesante para los esquiadores valencianos conocer su origen.

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    1. Que interesante y que recuerdos de aquellos Maravillosos Años. Lola Suay

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    2. Hola Lola: Si, creo que lo disfrutamos todos, tanto los alumnos como nosotros los monitores. Nuestra organización fue clave en el triunfo del club. Gracias por vuestro apoyo.

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  2. Magnífico este artículo, Manolo y suerte tienes si se te reconoce tu parte de mérito, no es así la mayoría de veces, los clubes, continúan con gente nueva, pero la historia y origen hacen por olvidarla.

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  3. Si Angel: Siempre me queda la satisfacción de haber sido un poco clave en esta estupenda movida deportiva, que hoy disfrutan tantos aficionados.

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  4. MIL GRACIAS MANOLO, PROFE, QUE BUENISIMOS MOMENTOS ...NO SE ME OLVIDAN MILES DE BAJADAS ...A VECES REMEMORO LAS SENSACIONES

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    1. Manolo, siempre has sido un referente para todos los que nos iniciamos en el esquí con tus clases. Conseguiste un cuadro de monitores envidiable y, como perteneciente al mismo, no tengo más que agradecerte tu interés y profesionalidad para formarnos. Gracias Manolo

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    2. Nosotros lo iniciamos, pero vosotros lo apoyasteis y participasteis en este proyecto dándolo todo para que saliera a delante. Todos sumamos.

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  5. Que privilegio saber cómo se originó ese mundo de esquí. ¿La Estación no ha puesto ninguna placa mencionando las entidades y líderes que la hicieron posible?

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  6. Pues no, ni siquiera ARAMÓN ha tenido la atención de darnos a Paco Ferbenza y a mí un abono para utilizar los remontes, además de haber contribuido con datos y fotos históricas en la edición del libro "La nieve de TERUEL Javalambre y Valdelinares".

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  7. Fenomenal tu artículo.
    La primera clase de esquí me la diste tu

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  8. Algunos nunca olvidaremos a los que nos formasteis y nos metisteis este deporte en las venas (Manolo, Vicente Trill, Carlos, Nico). Han sido unos años en el CEV, maravillosos, con un compañerismo ejemplar y un saber hacer excelente. Recuerdo perfectamente esos numerosos viajes y los cursillos de reciclaje que hacíamos todo el cuadro de monitores en las distintas estaciones españolas y en las que, seguro, éramos la envidia de muchos. Un magnifico trabajo!

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  9. Un nuevo quehacer en la vida siempre nos es grato, nos enriquece. Gracias.

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  10. Muy Buenos recuerdos, coincidimos varias veces, en valdelinares y alpes franceses, muchas veces nuestras vidas se han cruzado, otras circunstancias nos han separado, pero bueno, hemos coincido en amistades y cariño. Veo a manolo nebot y a Mireia balaguer de monitores, muy buenos tiempos para el club de eski y de la generación de nuestras hijas. Me ha gustado recordar la década de los 70 sobretodo, el princio del eski valenciano.

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  11. Los recuerdos son una doble vida, que bien tratados pueden enriquecernos.

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